Un colosal visitante interestelar bautizado como 3I/ATLAS fue detectado el 1 de julio de 2025 por el telescopio ATLAS en Chile. Mide entre 11 y hasta 20 km de diámetro, se desplaza a unos 60 km/s (más de 210.000 km/h) y posee una órbita hiperbólica que lo confirma como objeto externo al sistema solar.
Se espera que pase cerca del Sol —justo dentro de la órbita de Marte— a fines de octubre, sin representar peligro para la Tierra, ya que mantendrá una distancia mínima de 240 millones de km.
Desde Europa hasta EE. UU., los principales observatorios captaron su coma y cola, confirmando que exhibe actividad cometaria típica: sublimación de hielo, polvo y gas, lo que lo posiciona como un cometa genuino y no un fragmento rocoso inerte. El Observatorio Vera C. Rubin capturó imágenes el 21 de junio que permitieron descubrirlo incluso antes que el sistema ATLAS, y estiman que podría ser el cometa más antiguo conocido, con hasta 7.000 millones de años y origen en el disco grueso de la Vía Láctea.
Observaciones planificadas del telescopio Hubble y del James Webb en julio, agosto y diciembre revalidarán su composición, buscando compuestos como agua, CO, CO₂ y amoníaco.
Algunas voces, como la del astrofísico Avi Loeb (Harvard), junto a investigadores de la Iniciativa de Estudios Interestelares de Londres, proponen que 3I/ATLAS podría ser una artilugio tecnológico alienígena, posiblemente un dispositivo espía o sonda, por su trayectoria inclinada, velocidad inusitada y pases cerca de Venus, Marte y Júpiter con precisión estadísticamente improbable (menos del 0,005 %). Plantean que su perihelio a fines de octubre lo dejará detrás del Sol desde nuestra perspectiva, lo que facilitaría maniobras sin ser observado desde telescopios terrestres.
Sin embargo, la vasta mayoría de astrónomos, incluyendo especialistas como Samantha Lawler (Universidad de Regina) y Chris Lintott (Oxford), consideran que todos los datos apuntan a que 3I/ATLAS es un cometa natural, expulsado hace milenios de otro sistema estelar, sin signos claros de inteligencia o propulsión artificial.
Mientras tanto, agencias como la ESA, NASA y otros centros astronómicos ordenan campañas de seguimiento intensivo, aprovechando telescopios como los del Very Large Telescope (ESO), Rubin, Hubble y el futuro James Webb, para analizar polvo, espectros y evolución composicional durante su paso cercano al Sol en octubre y cuando reaparezca desde principios de diciembre.