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EXTRAÑA ENFERMEDAD

Aparecen conejos con “tentáculos” en la cabeza

Un extraño virus afecta a conejos silvestres en Estados Unidos, generando inquietud por sus alarmantes síntomas.

Aparecen conejos con “tentáculos” en la cabeza

Una inusual enfermedad viral está generando preocupación en el estado de Colorado, Estados Unidos, tras la aparición de conejos con extraños crecimientos oscuros que brotan de sus cabezas y rostros. Aunque el fenómeno se concentra actualmente en zonas específicas del hemisferio norte, su impacto reavivó el debate sobre la vigilancia sanitaria de la fauna silvestre, también en regiones como Salta, donde especies nativas podrían estar expuestas a amenazas similares si no se aplican controles adecuados.

Las imágenes de estos animales, que parecen sacados de una película de ciencia ficción, rápidamente se viralizaron en redes sociales. Los conejos presentan formaciones alargadas, negras y de aspecto córneo que sobresalen alrededor de la boca y los ojos, generando temor entre los vecinos de Fort Collins, una ciudad ubicada al norte del estado norteamericano.

Las autoridades ambientales confirmaron que no se trata de una mutación genética ni de una nueva especie, sino de una enfermedad bien documentada: el virus del papiloma del conejo de cola de algodón. Esta infección, específica de lagomorfos (el grupo que incluye a los conejos y liebres), produce verrugas y excrecencias en la piel, algunas de las cuales adquieren formas tan insólitas que incluso inspiraron al famoso mito del jackalope, un supuesto conejo con astas que habitaría en los desiertos del oeste estadounidense.

El virus actúa provocando el crecimiento de nódulos y masas que pueden semejar cuernos, espinas o incluso tentáculos. Aunque su aspecto es alarmante, no representa un riesgo para los humanos ni para otras especies, como perros o gatos, y rara vez pone en peligro inmediato la vida del animal. Solo en casos extremos, cuando las masas impiden al conejo alimentarse o ver correctamente, puede provocar su debilitamiento y eventual muerte.

La transmisión ocurre principalmente en los meses cálidos, cuando pulgas, garrapatas y otros insectos pican a los conejos y actúan como vectores. También puede propagarse por contacto entre ejemplares, aunque este camino es menos frecuente.

Lo curioso es que algunos animales sobreviven varios inviernos con los crecimientos intactos o incluso aumentados de tamaño. Los expertos aseguran que en la mayoría de los casos el virus se comporta como una afección benigna, pero no se descarta que ciertas lesiones evolucionen hacia formas más graves, como carcinomas, especialmente en ejemplares domésticos que no reciben atención veterinaria.

Si bien hasta el momento no se han reportado casos de este virus en Sudamérica, los biólogos y veterinarios de fauna silvestre no descartan que afecciones similares puedan manifestarse en otras especies. En Argentina existen poblaciones de conejos europeos asilvestrados y liebres que conviven en ambientes rurales y periurbanos, muchas veces en contacto cercano con animales domésticos y personas.

Frente a la creciente aparición de enfermedades zoonóticas es decir, que pueden transmitirse de animales a humanos, los expertos insisten en la necesidad de monitorear la salud de la fauna silvestre. Además, recuerdan que el tráfico ilegal de animales, el cambio climático y la expansión urbana son factores que alteran el equilibrio natural y facilitan la propagación de agentes patógenos.

La recomendación es clara: si una persona se topa con un conejo o cualquier otro animal con heridas, crecimientos anómalos o comportamientos fuera de lo común, lo más prudente es no acercarse ni intentar asistirlo por cuenta propia. Manipular fauna silvestre, aunque sea con buena intención, puede agravar la situación tanto para el animal como para quien interviene.

Lo correcto es dar aviso a las autoridades ambientales o a un centro de rescate de fauna local, como los que operan en Vaqueros, San Lorenzo o la misma ciudad de Salta. Estos organismos cuentan con personal capacitado para evaluar el caso y actuar conforme a protocolos de bioseguridad.

Es importante también no confundir estas situaciones con deformidades naturales o con la presencia de parásitos comunes, algo que suele suceder con animales rurales en época de sequía o altas temperaturas, cuando las condiciones sanitarias se vuelven más exigentes.

 


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