El gesto desesperado y valiente de un comerciante sirio de 42 años se convirtió en uno de los símbolos más potentes tras el atentado ocurrido el domingo pasado en una playa de Australia, donde una multitud celebraba la festividad judía de Janucá. Ahmed Al-Ahmed, quien logró desarmar a uno de los agresores en medio del caos, recibió en las últimas horas una noticia que recorrió el mundo: una colecta solidaria reunió 2,5 millones de dólares australianos para ayudarlo en su recuperación.
Al-Ahmed permanece internado debido a las heridas de bala que sufrió durante el ataque. Hasta su habitación llegó el influencer Zachery Dereniowski, impulsor de la iniciativa solidaria, para contarle que más de 43.000 personas, desde distintos países, aportaron dinero en reconocimiento a su acción. El monto equivale a unos 1,6 millones de dólares estadounidenses y fue reunido en apenas unos días, impulsado por la viralización de su historia.
La reacción del comerciante fue tan sencilla como conmovedora. “¿De verdad me lo merezco?”, preguntó al escuchar la cifra. La respuesta fue inmediata: cada aporte fue una forma de agradecerle haber actuado sin pensar en su propia vida. Visiblemente emocionado, Al-Ahmed agradeció el apoyo “de corazón” y aprovechó el momento para dejar un mensaje de unidad, pidiendo que las personas se acompañen entre sí y dejen atrás el odio.
Desde la cama del hospital, el hombre recordó lo que lo llevó a intervenir. Contó que el clima previo al ataque era de celebración y alegría, con familias enteras disfrutando del día. “Había chicos, mujeres, hombres, adolescentes. Todos estaban felices y merecían seguir así”, expresó. Su decisión, aseguró, no fue racional sino instintiva. “Cuando ayudo a alguien, lo hago desde el corazón”, resumió.
El atentado ocurrió en la playa de Bondi, en Sídney, uno de los puntos turísticos más concurridos del país. El saldo fue devastador: 16 personas murieron, entre ellas una niña de diez años y un sobreviviente del Holocausto, además del propio agresor que fue reducido durante el forcejeo. Más de cuarenta personas resultaron heridas, varias de gravedad, en un episodio que sacudió a la sociedad australiana.
En medio del tiroteo, Al-Ahmed se refugió detrás de algunos vehículos y, al ver la oportunidad, se lanzó sobre uno de los atacantes. Tras unos segundos de lucha cuerpo a cuerpo, logró quitarle el rifle, evitando que siguiera disparando. Esa acción, destacaron luego los organizadores de la colecta, fue “desinteresada, instintiva y claramente heroica”, sin medir el riesgo personal.
Los homenajes comenzaron casi de inmediato. A las pocas horas del ataque, la historia del comerciante empezó a circular en redes sociales y plataformas digitales, generando una ola de mensajes de apoyo y donaciones que no dejó de crecer. La colecta se transformó en una muestra de reconocimiento colectivo frente a un acto de violencia extrema.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, también se acercó al sanatorio para visitarlo y agradecerle personalmente. Allí lo definió como “un verdadero héroe australiano”, una expresión que sintetizó el sentir de gran parte de la población. Al-Ahmed es padre de dos hijos y dueño de una frutería, un dato que reforzó la identificación social con su figura: un trabajador común que, en un momento límite, decidió actuar.
Mientras continúa su recuperación, su historia sigue generando impacto a nivel internacional. En un contexto marcado por noticias de violencia y división, el gesto de Ahmed Al-Ahmed volvió a poner en primer plano la capacidad de reacción solidaria y el valor individual frente al terror, recordando que incluso en los escenarios más oscuros pueden surgir actos que salvan vidas y dejan una huella duradera.