Un hallazgo inesperado sacudió a Núremberg este fin de semana: una bomba de casi 450 kilogramos, relicto de la Segunda Guerra Mundial, apareció durante trabajos de obra en pleno barrio residencial, detrás de la histórica fortaleza de Veste. La magnitud del artefacto obligó a las autoridades a evacuar a más de 21.000 vecinos y a cerrar calles, rutas y líneas de transporte público en un radio de seguridad de 800 metros.
El operativo comenzó al caer la tarde, cuando la policía bloqueó calles y circuló con altavoces informando a los habitantes sobre los pasos a seguir. Se habilitaron autobuses lanzadera hacia el centro escolar de Berliner Platz, acondicionado como refugio temporal para quienes debían abandonar sus hogares.
La evacuación se extendió hasta pasada la medianoche, demostrando una coordinación eficiente entre bomberos, policías, personal de rescate y técnicos de la Agencia Federal de Ayuda Técnica (THW).
La desactivación de la bomba fue realizada por un equipo especializado y duró menos de una hora. Durante ese tiempo se suspendió el transporte público y se cerró temporalmente el espacio aéreo, asegurando que la operación transcurriera sin incidentes. Una vez neutralizado, el artefacto fue cargado para su traslado seguro.
Se trató de una de las mayores evacuaciones registradas en la ciudad por hallazgos de este tipo. Los 550 efectivos desplegados demostraron la importancia de la planificación y la coordinación ante emergencias, un ejemplo de logística y seguridad que resuena incluso a miles de kilómetros en lugares como Salta, donde los protocolos de emergencia también son fundamentales ante desastres naturales o hallazgos peligrosos.
Núremberg, con su historia marcada por la guerra y el patrimonio arquitectónico, suma ahora este episodio a otros descubrimientos que periódicamente sorprenden a la ciudad.
Aunque distante, la noticia genera atención internacional y recuerda cómo vestigios del pasado pueden aparecer en cualquier momento, alterando la vida cotidiana y movilizando recursos de manera inmediata.
