El Premio Nobel de la Paz 2025 se entregó en Oslo en un acto inédito: María Corina Machado no pudo estar presente, y su hija, Ana Corina Sosa Machado, fue quien recibió la medalla y el diploma en su nombre, además de leer un discurso que expuso la grave situación de Venezuela. Desde el escenario, transmitió un reclamo histórico sobre la defensa de la democracia y los derechos fundamentales.
Machado, dirigente opositora que permanece fuera de la escena pública desde enero, viaja hacia Noruega en medio de un viaje reservado y lleno de medidas de seguridad. Su ausencia generó ajustes de protocolo y un clima de expectativa diplomática, mientras su familia aseguraba que se encontraba a salvo.
Durante la ceremonia, Ana Corina denunció el deterioro institucional que, según la oposición, ha sufrido Venezuela: manipulación electoral, censura, militarización del poder y una profunda crisis social, con más de nueve millones de personas que han dejado el país y una pobreza que supera el 86%. Su lectura no solo transmitió cifras, sino también un mensaje de resistencia y solidaridad, convirtiéndose en portavoz de millones de venezolanos.
El acto incluyó declaraciones firmes de las autoridades del Comité Nobel, que instaron al gobierno venezolano a aceptar los resultados electorales y respetar la voluntad popular, provocando una ovación que rompió la solemnidad habitual del evento. La presencia de líderes latinoamericanos y figuras internacionales reforzó el alcance global del mensaje.
La jornada transcurrió bajo estrictas medidas de seguridad y en medio de manifestaciones tanto a favor como en contra del galardón. La dedicación simbólica del premio a figuras internacionales generó también debate y puso en evidencia la dimensión política de la ceremonia.
Históricamente, el Nobel de la Paz ha reconocido a líderes ausentes por detenciones o impedimentos políticos en cinco ocasiones. La presencia de familiares para recibir el premio no disminuye la importancia del reconocimiento; en este caso, la hija de Machado transformó la ceremonia en una tribuna global que trascendió el galardón, llevando al escenario internacional la denuncia de una crisis que sigue sin resolverse.
El acto consolidó la figura de María Corina Machado como emblema de resistencia frente a la persecución política y el exilio, y la ausencia física se convirtió en un potente símbolo: la lucha por la democracia y los derechos humanos continúa, y la voz de los venezolanos resonó en Oslo y más allá.