En Estados Unidos nació un bebé que, aunque acaba de llegar al mundo, tiene una historia que se remonta a hace más de tres décadas. El embrión fue congelado en 1994 y permaneció almacenado durante más de 11.000 días, hasta que una pareja de Ohio decidió adoptarlo y darle una oportunidad de vida.
La llegada del hijo de Lindsey y Tim Pierce no solo fue una alegría esperada tras años de lucha contra la infertilidad, sino que también marcó un récord médico: se trata del nacimiento a partir del embrión congelado por más tiempo del que se tenga registro.
El procedimiento fue posible gracias a lo que se conoce como adopción de embriones, una alternativa dentro de los tratamientos de fertilización in vitro (FIV) en la que se utilizan embriones donados por otras personas. En este caso, los embriones habían sido preservados por Linda Archerd, quien hoy tiene 62 años. “Siempre sentí que estas tres pequeñas esperanzas merecían vivir, igual que mi hija”, expresó la donante.

Tim y Lindsey, los padres del bebé "más viejo del mundo".
Fertilización asistida en Estados Unidos
Aunque en Estados Unidos cerca del 2% de los nacimientos provienen de FIV, los casos que involucran embriones donados son mucho más infrecuentes. Aun así, se estima que hay alrededor de 1,5 millones de embriones congelados en el país, muchos de ellos a la espera de una decisión sobre su destino.
La historia de este bebé revive también un debate legal y ético que está lejos de resolverse. En 2024, la Corte Suprema de Alabama determinó que los embriones congelados deben ser considerados legalmente como niños, una decisión que generó gran controversia. Si bien se implementó una medida temporal para proteger a las clínicas de fertilidad, persisten las incertidumbres sobre el futuro de los embriones ya almacenados.
Para el doctor John David Gordon, especialista en medicina reproductiva que asistió a los Pierce, este caso no solo establece un nuevo récord —su propia clínica también había intervenido en el anterior, con embriones de 30 años—, sino que pone en el centro una discusión pendiente. “Estas historias capturan la imaginación, pero también son una advertencia: ¿por qué hay tantos embriones en almacenamiento? ¿Por qué tenemos este problema?”, reflexionó.