La antesala del sorteo del Mundial 2026 dejó una postal inesperada: Donald Trump, anfitrión principal de la próxima Copa del Mundo, se tomó unos minutos para hablar ante la prensa argentina y elogió sin reservas a Javier Milei. “Amo a la Argentina, su presidente está haciendo un muy buen trabajo”, aseguró el mandatario estadounidense, en una declaración que rápidamente se convirtió en tema de análisis político y diplomático.
No fue un comentario aislado. Desde hace meses, la relación entre Milei y Trump atraviesa un momento de sintonía evidente, alimentada por gestos públicos, guiños políticos y coincidencias ideológicas. El escenario mundialista solo terminó de amplificar un vínculo que ya venía consolidado desde la campaña argentina, cuando Washington siguió de cerca la evolución económica y financiera del país.
De hecho, en momentos de fuerte tensión cambiaria y con los mercados locales en estado de alerta, distintos movimientos del Tesoro estadounidense fueron interpretados como señales de respaldo a la futura gestión libertaria. Entre ellos, la confirmación de acuerdos financieros clave y la intervención indirecta para suavizar la volatilidad del dólar, medidas que dieron margen al gobierno argentino para encarar su programa de reformas sin un deterioro aún mayor en los indicadores económicos.
En ese contexto, que Trump reafirme públicamente su apoyo a Milei en un evento seguido por millones de personas no pasa desapercibido. La frase también reactiva el debate interno sobre la influencia del presidente estadounidense en la política argentina y la importancia de Estados Unidos como socio estratégico en un momento de reconfiguración económica.
Durante su paso por la gala de la FIFA, Trump no solo habló de política. Acompañado por el presidente del organismo, Gianni Infantino, se permitió un tramo futbolero donde volvió a destacar la figura de Lionel Messi, a quien calificó como “fantástico”. Sin embargo, también recordó con entusiasmo su encuentro con Cristiano Ronaldo, alimentando nuevamente la clásica comparación entre ambos íconos del fútbol mundial, una discusión que para los argentinos —sobre todo tras el título del 2022— tiene un ganador indiscutido.
El vínculo de la familia Trump con Messi tampoco es nuevo. En las últimas semanas, Ivanka Trump asistió a un partido del Inter Miami por la MLS y publicó imágenes de sus hijos entrando a la cancha tomados de la mano del capitán argentino. La escena se viralizó rápidamente y reforzó la idea de que el cruce entre la política estadounidense y el universo Messi sigue generando un interés global inusual.
La cercanía entre Milei y Trump también se expresa en lo simbólico. En tono distendido, el presidente estadounidense volvió a jugar con la consigna “MAGA”, su lema de campaña, adaptándolo a un “make Argentina great again” que sorprendió a los periodistas presentes. La frase, más allá de su impacto mediático, refleja una estrategia de comunicación que busca mostrar afinidad y transmitir apoyo sin necesidad de anuncios formales.
En el plano diplomático, la relación bilateral atraviesa un momento clave. Con la Argentina enfocada en estabilizar su economía y recuperar la confianza internacional, Estados Unidos aparece como un actor con capacidad de incidir en organismos financieros, abrir canales de inversión y acompañar reformas estructurales. El gesto de Trump, en ese sentido, suma una capa política a un proceso que el gobierno argentino considera prioritario.
Mientras tanto, el ambiente previo al sorteo del Mundial se vive con entusiasmo. La Argentina llega con la ilusión renovada después del título de 2022, con Messi aún en el centro de la escena y con expectativas de una buena performance en un torneo que promete ser el más grande de la historia. La presencia de Trump como anfitrión y su elogio a Milei mezclan política y fútbol en un mismo escenario, algo que suele generar impacto en un país donde ambos mundos conviven con naturalidad.
La gala de la FIFA, más allá del color, dejó en claro que la diplomacia también juega su propio partido. Las frases de Trump vuelven a poner al gobierno argentino en la conversación internacional y refuerzan un vínculo que, para la Casa Rosada, puede resultar clave en los próximos meses. Entre definiciones económicas, gestos simbólicos y menciones futboleras, la política volvió a colarse en el camino hacia el Mundial 2026, y la Argentina quedó en el centro de la escena.