Un hombre de 73 años fue condenado a 12 años de prisión tras comprobarse que abusó sexualmente de tres de sus hijas entre 2018 y 2024. Los ataques, ocurridos dentro de su hogar, quedaron expuestos gracias a las valientes declaraciones de las jóvenes, quienes relataron los hechos ante la Justicia en Cámara Gesell.
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOC) N°3 dictó la sentencia tras un juicio en el que se evaluaron los testimonios y la evidencia reunida durante la investigación. La Justicia lo encontró responsable de abuso sexual con penetración, agravado por el vínculo de ascendencia y por haberse cometido contra menores de 18 años. Además, se lo consideró culpable de tentativa de abuso en relación a otra de sus hijas, también menor de edad, en un patrón reiterado de violencia y manipulación.
Los hechos investigados ocurrieron mientras las niñas visitaban al acusado durante los fines de semana. La víctima mayor, nacida en 2009, relató que los abusos comenzaron cuando tenía 9 años y se extendieron hasta los 15, en la habitación del hogar familiar. Las otras dos hijas, nacidas en 2013 y 2015, sufrieron ataques similares entre los 6 y los 8 años.
La separación de la pareja, con quien tuvo siete hijos, fue un punto central en la investigación: mientras algunos de los hijos permanecían con el padre, las menores víctimas vivían con su madre. Según las declaraciones, la violencia sexual se combinaba con amenazas y golpes cuando se resistían a los abusos.
La revelación de los hechos ocurrió hace poco más de un año, cuando la adolescente mayor pudo contarle a su madre lo que estaba pasando. La denuncia derivó en la investigación judicial y, finalmente, en la condena del hombre. La Justicia ordenó que, una vez firme la sentencia, se extraiga el perfil genético del condenado para su inclusión en el Banco de Datos Genéticos, conforme a la ley vigente.
Los jueces que dictaron la condena destacaron la consistencia y claridad de los testimonios de las víctimas. Señalaron que la exposición de la joven que denunció los abusos no presentó contradicciones importantes y que sus relatos coincidían con patrones clínicos observados en casos de abuso intrafamiliar: silencio, temor y revelación tardía en la adolescencia.
Este caso resalta la importancia de los procedimientos de Cámara Gesell, que permiten a las víctimas menores declarar en un entorno seguro y protegido, garantizando que la Justicia pueda acceder a información veraz sin revictimización. La sentencia también subraya la gravedad de los delitos sexuales dentro del ámbito familiar y la necesidad de acompañamiento a las víctimas para su recuperación.
El fallo pone fin a un ciclo de violencia que duró años y refleja el esfuerzo de la Justicia por abordar delitos sexuales de forma integral, con énfasis en la protección de menores. Además, envía un mensaje claro sobre la responsabilidad de los adultos frente a los derechos de los niños y adolescentes, recordando que los abusos no deben permanecer ocultos y que denunciar es clave para la prevención y sanción de estos delitos.
La comunidad en general, y en particular quienes trabajan en protección infantil, destacan la relevancia de este tipo de condenas para concientizar sobre la violencia intrafamiliar y la necesidad de mantener canales de denuncia accesibles y seguros para los menores. La Justicia, a través de este fallo, reafirma que los delitos sexuales cometidos por ascendientes son castigados con firmeza y que la voz de las víctimas es central para garantizar que se haga justicia.