Cristián Graf, único imputado por el hallazgo de restos humanos en el barrio porteño de Coghlan, negó cualquier implicancia en el hecho y pidió a la Justicia su inmediato sobreseimiento. Según declaró, no mantenía ninguna relación cercana con Diego Fernández Lima, el joven desaparecido en 1984 cuyo cuerpo fue encontrado este año enterrado en el jardín de su casa.
La audiencia judicial, que se extendió por casi tres horas, tuvo lugar ante el juez Alejandro Litvack y el fiscal Martín López Perrando. Allí, Graf sostuvo que apenas conocía a Fernández Lima por haber sido compañeros de colegio durante un año, y que nunca fueron amigos. También remarcó que su círculo cercano en la adolescencia estaba formado por integrantes de los boy scouts, y que ni él ni su familia sabían que había un cuerpo en el terreno.
El hallazgo ocurrió en mayo pasado, cuando una obra en su vivienda sacó a la luz restos óseos humanos. Desde entonces, la Justicia lo considera sospechoso por ser el ocupante actual de la propiedad. Sin embargo, en su defensa, Graf explicó que al momento de la desaparición la casa tenía una simple cerca de alambre y no una pared perimetral, lo que, según él, dejaba la zona expuesta.
En su testimonio, reiteró una hipótesis que ya había planteado en una entrevista anterior: la posibilidad de que alguien haya colocado el cuerpo allí de forma intencional. “Si fue intencional o qué pasó en ese momento, lo desconozco. El por qué, el lugar, todo... Es raro. Obviamente que es raro”, declaró.
Aseguró tener la conciencia tranquila y consideró injusto que lo señalen solo por una coincidencia escolar. “Lo único que me liga a Diego es que fuimos al mismo colegio un año”, dijo. También manifestó su preocupación por el impacto que esta acusación está teniendo sobre su familia.
En cuanto a la causa, su defensa formalizó el pedido de sobreseimiento y archivo, al considerar que no hay elementos que prueben su participación en el crimen. Mientras tanto, la madre de Diego, Irma Lima, continúa pidiendo justicia.
El caso sigue abierto y genera fuerte repercusión en todo el país, incluida Salta, donde causas similares relacionadas con desapariciones del pasado aún interpelan a la sociedad. La aparición del cuerpo, tras 40 años, plantea interrogantes que la Justicia deberá responder: quién lo enterró, cuándo y por qué.
