La Causa Cuadernos, uno de los expedientes más emblemáticos de la Justicia federal argentina, volvió a marcar el pulso de la agenda política con una audiencia decisiva en los tribunales de Comodoro Py. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner se presentó nuevamente ante el tribunal para escuchar las exposiciones de fiscales, defensas y representantes de distintos organismos, en una jornada que colocó otra vez en el centro de la escena las acusaciones que apuntan directamente a ella y al fallecido expresidente Néstor Kirchner.
El movimiento en los pasillos de los tribunales porteños comenzó temprano, anticipando una audiencia de alto impacto. Funcionarios judiciales, abogados, acusados y un fuerte operativo de seguridad marcaron el ritmo de un día en el que se esperaba la lectura de nuevas pruebas documentales y declaraciones que buscan sostener la hipótesis de un sistema de recaudación ilegal que habría operado durante más de una década.
Durante la presentación, la Unidad de Información Financiera (UIF) profundizó su planteo sobre la existencia de una presunta “asociación ilícita” con estructura, roles definidos y continuidad temporal, que —según la acusación— habría sido conducida primero por Néstor Kirchner y luego por Cristina Kirchner. El organismo sostuvo que la red habría funcionado entre 2003 y 2015, articulando aportes irregulares vinculados principalmente a contratos de obra pública. Para la acusación, este esquema habría permitido la recaudación de fondos ilegales aprovechando la posición de poder del Ejecutivo.
La audiencia volvió a poner en foco los registros del chofer Oscar Centeno, cuadernos que describen supuestas entregas de dinero en diferentes puntos de la Ciudad de Buenos Aires. Aunque estos escritos se convirtieron en el punto de partida del expediente, su validez fue nuevamente cuestionada por la defensa, que insiste en que existen contradicciones, manipulaciones y un trasfondo de persecución política contra la dirigencia kirchnerista.
Entre los acusados presentes se destacaron nombres de peso del antiguo Ministerio de Planificación, como Julio De Vido y Roberto Baratta, ambos señalados como figuras centrales en la operatoria investigada. También asistieron empresarios vinculados a la obra pública, señalados por la fiscalía como parte del circuito que habría aportado dinero en efectivo bajo presión o en busca de beneficios contractuales.
Los fiscales reiteraron su postura: la presunta red no habría sido un conjunto de episodios aislados, sino un mecanismo sistemático que funcionó durante años con participación de distintos niveles del Estado. Según la acusación, el patrón de repetición en fechas, lugares y protagonistas demostraría que los hechos no eran improvisados sino parte de una estructura consolidada.
La defensa de Cristina Kirchner, en cambio, volvió a rechazar de plano las imputaciones y sostuvo que el expediente está construido sobre elementos sin validez probatoria. Los abogados cuestionaron especialmente la forma en que se incorporaron los cuadernos y señalaron que varios testimonios se habrían obtenido en contextos de presión judicial. También insistieron en que se intenta utilizar la causa con fines políticos para afectar la imagen de la expresidenta.
A pesar del clima tenso, la audiencia avanzó sin interrupciones mayores y dejó claro que el juicio transita una etapa crucial. Los jueces deberán evaluar en los próximos meses si las pruebas reunidas a lo largo de estos años resultan suficientes para avanzar hacia condenas o si persisten dudas que ameriten un análisis más extenso. Para los operadores judiciales, el tramo que se abre ahora será determinante.
La Causa Cuadernos nunca perdió su peso político y mediático, y lo ocurrido en esta audiencia volvió a demostrarlo. Las acusaciones contra Néstor y Cristina Kirchner, dos figuras centrales de la política argentina reciente, generan reacciones inmediatas en todo el arco partidario y mantienen en vilo a buena parte de la ciudadanía. Cada avance, cada objeción y cada detalle del expediente repercute en la discusión pública, especialmente en un contexto social marcado por la desconfianza hacia la dirigencia y la demanda de transparencia en la gestión estatal.
Con la audiencia ya cerrada y sin anuncios concretos, lo que quedó claro es que la causa avanza hacia un desenlace que puede tener impacto institucional. El tribunal deberá decidir si las pruebas sostienen la hipótesis de una asociación ilícita liderada por los expresidentes o si los planteos de la defensa logran frenar esa interpretación. Mientras tanto, el expediente vuelve a ubicarse en el centro de la escena, reavivando un debate que divide opiniones y mantiene en tensión al país.
La próxima etapa del juicio promete ser determinante. Y, como desde el primer día, los nombres de Néstor y Cristina Kirchner seguirán marcando la discusión en torno a una de las causas más trascendentes de las últimas décadas.