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Menos paros, más protestas: el nuevo mapa del conflicto laboral

Aunque los paros laborales bajaron en el último año, las calles se llenaron de reclamos.

Menos paros, más protestas: el nuevo mapa del conflicto laboral

Durante los últimos doce meses, el escenario del conflicto laboral en Argentina experimentó una transformación profunda: los paros disminuyeron, pero las protestas en otras formas crecieron de manera significativa. Las calles se convirtieron en el nuevo canal de expresión para miles de trabajadores que, en medio de una pérdida persistente del poder adquisitivo y la incertidumbre laboral, buscan ser escuchados.

Según datos oficiales de la Secretaría de Trabajo, si bien las huelgas tradicionales bajaron un 10% en junio de 2025 respecto al mismo mes del año anterior, aumentaron un 48% las acciones de protesta sin paro, como movilizaciones, cortes, concentraciones y otras expresiones no disruptivas del conflicto.

El informe del Gobierno muestra un giro en la forma de manifestarse. De los 117 conflictos registrados en junio sin frenar las actividades productivas, más de la mitad (56%) fueron concentraciones y movilizaciones en espacios públicos. El objetivo fue claro: visibilizar la disconformidad sin perjudicar del todo la operatividad.

Los reclamos salariales encabezaron la lista de motivos, seguidos por despidos o no renovación de contratos y, en tercer lugar, por pagos adeudados. Esta tendencia se viene afirmando desde mayo, y todo indica que se mantendrá.

Desde el oficialismo relativizan la intensidad del fenómeno. Argumentan que estas expresiones forman parte de una “mayor libertad individual” y promueven que cada trabajador decida si adhiere o no a una medida.

Aunque los paros generales bajaron a nivel nacional, el sector estatal fue la excepción. Allí, la cantidad de huelgas creció un 6% respecto al año pasado. En junio de 2025, el 78% de los paros registrados provinieron del ámbito público, una suba marcada respecto al 67% del mismo mes en 2024.

Mientras tanto, en el sector privado, la cantidad de huelgas se redujo, lo que evidencia un corrimiento del conflicto desde el ámbito empresarial hacia el sector público, donde la tensión parece en aumento.

Tanto en las huelgas como en las protestas sin paro, la demanda salarial fue el principal eje. Entre junio de 2024 y junio de 2025, los conflictos por mejoras de sueldo pasaron del 49% al 59% del total de reclamos.

Las demandas por pagos atrasados también mostraron un crecimiento, del 10% al 13%. La combinación de salarios que pierden contra la inflación y demoras en los pagos disparó la bronca en sectores clave del mercado laboral.

Desde el Ejecutivo destacan que mantienen abiertos los canales de diálogo con gremios y empresas, pero también lanzan críticas al interior del movimiento sindical. Según su visión, muchos trabajadores no adhieren a las medidas de fuerza tradicionales porque sienten que los sindicatos no los representan con fuerza suficiente.

Además, el Gobierno insiste en que no convalidará acuerdos salariales que puedan "recalentar" la economía. Esta postura, sumada a las tensiones por la caída del salario real, genera un caldo de cultivo para un nuevo tipo de protesta, más visible, menos destructiva, pero igual de contundente.

Lejos de apagarse, el conflicto laboral argentino se está reinventando. Los trabajadores se organizan, toman las calles, visibilizan sus reclamos y buscan nuevas formas de presionar sin paralizar completamente la producción.

Este fenómeno abre un debate: ¿es una estrategia más efectiva para negociar en tiempos de crisis? ¿O una señal de debilidad de los mecanismos tradicionales de representación gremial?

 


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