Un trágico accidente en un edificio de la ciudad de Buenos Aires terminó con la vida de un bebé de un año y medio. El niño cayó por el hueco de un ascensor desde el octavo piso hasta el subsuelo mientras estaba con su familia, provocando conmoción en la sociedad y poniendo en alerta sobre los riesgos domésticos.
El incidente ocurrió en un edificio de avenida Avellaneda al 2400, en el barrio de Flores. Tras la caída, los servicios de emergencia realizaron maniobras de reanimación y lo trasladaron al hospital más cercano, pero lamentablemente se constató su fallecimiento debido a politraumatismos y paro cardíaco. La Fiscalía Criminal y Correccional inició una investigación para determinar las circunstancias del hecho, y las pericias preliminares indicaron que el ascensor funcionaba correctamente.
Aunque las causas exactas aún se investigan, el caso pone de relieve la vulnerabilidad de los niños frente a accidentes domésticos y en espacios compartidos. Los especialistas recomiendan extremar la supervisión, instalar barreras de seguridad en escaleras y ascensores, y mantener objetos peligrosos fuera del alcance de los más pequeños.
Más allá de la infraestructura, la prevención depende de la atención constante de los adultos. Revisar periódicamente puertas, ventanas, muebles y electrodomésticos, así como educar a los niños sobre riesgos, son medidas sencillas que pueden evitar tragedias.
Además, los equipos de contención psicológica destacan la importancia de acompañar a las familias tras un accidente, ayudando a gestionar el shock y fomentando hábitos seguros en el hogar.
Este hecho recuerda que, aunque los descuidos puedan ser momentáneos, sus consecuencias pueden ser irreversibles. La combinación de vigilancia, educación y medidas de seguridad es la forma más efectiva de proteger a los niños y prevenir accidentes graves.