Cooper, el bulldog francés de Fernando Pérez Algaba, apareció el fin de semana en Villa Lugano y de a poco comienzan a armarse las piezas de un rompecabezas que encamina la investigación por el brutal crimen del empresario que apareció descuartizado.
La mascota del hombre era clave dado que posee un chip en su interior, algo habitual en los animales que viajan en avión junto a sus dueños y se esperaba que el dispositivo establezca cuáles fueron los últimos movimientos de la víctima. Sin embargo, fuentes judiciales aseguraron que el microchip "no posee ninguna geolocalización" y la causa se vuelve a complicar.
"Es un chip común que se usa en Estados Unidos, que casi todos los perros de raza tienen y que almacena su historia clínica", explicó una fuente judicial y lo que posee es mera información de la mascota que, tras la descarga de la misma, será restituida al hermano de la víctima, Rodolfo Pérez Algaba.
Por otra parte, el fiscal Marcelo Domínguez, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 5 de Lomas de Zamora, aguarda los resultados de los peritajes que se realizarán mañana sobre prendas, una remera y una campera secuestradas a Nicol Ámbar Chamorro, la mujer trans detenida en la causa, donde se detectaron algunas manchas que se investiga si son de sangre. No obstante, su abogado, Marcelo Ponce, dijo a Télam que esas manchas son de salsa, ya que al ser apresada Chamorro estaba cocinando.
Los pesquisas avanzan con el fin de esclarecer el crimen y manejan como principal hipótesis un ajuste de cuentas por deudas económicas que Pérez Algaba tenía con numerosas personas, tanto por operaciones financieras vinculadas a la compra de criptomonedas como con su empresa dedicada a la compra venta de vehículos de alta gama.