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“Sabía que lo iban a matar y tuve que limpiar su cuerpo”, dijo la mamá del motochorro asesinado en La Matanza

A Franco Ezequiel Rodríguez Miño lo mataron de un balazo en la cabeza cuando intentó robarle a un hombre.

“Sabía que lo iban a matar y tuve que limpiar su cuerpo”, dijo la mamá del motochorro asesinado en La Matanza

Marcela Liliana Miño, la madre del motochorro de 21 años que fue asesinado en Virrey del Pino, no se sorprendió cuando recibió la llamada y le contaron que su hijo había sido asesinado por la policía de un disparo en la cabeza, porque ya le había advertido varias veces que pare con esa forma de vivir.

“Con la vida que llevaba, era cuestión de días que esto pasara”, le dijo. Sin embargo, hay algo que no puede dejar pasar.

Marcela expresó su consternación al contar el traslado del cuerpo de su hijo desde Puente Doce hasta la morgue de Lomas de Zamora, describiendo el lugar como sumamente descuidado. Al recibir el cuerpo, decidió llevarlo a la cochería Nuestra Señora del Valle. Sin embargo, tanto ella como sus amigos denunciaron una serie de irregularidades que experimentaron durante este proceso. Sus testimonios resaltan la necesidad de una atención más rigurosa y respetuosa en momentos tan sensibles, exponiendo la importancia de una gestión adecuada en situaciones de pérdida y duelo.

“Comencé a preparar a mi hijo, lo limpié, no quería que me lo toquen más”. Durante el velorio, que se extendió por seis horas, surgieron inquietudes sobre la conservación del cuerpo. Ante esta preocupación, consultaron a los responsables de la cochería si disponían de un espacio refrigerado para preservar dignamente los restos de su hijo, recibiendo una afirmación tranquilizadora. Sin embargo, la cruel realidad se hizo palpable al día siguiente, cuando regresaron para seguir con el sepelio y se encontraron con el peor de los escenarios: el cuerpo de su hijo en avanzado estado de descomposición. Este hecho desgarrador expone las falencias y negligencias en el tratamiento de los fallecidos, resaltando la necesidad imperiosa de una atención más escrupulosa y compasiva en momentos de duelo.“Dejaron que mi hijo se pudra como un perro”, dijo Marcela.

Ante la ausencia de respuestas por parte del personal de la cochería, la indignación y el malestar entre los presentes comenzaron a intensificarse, dejando un amargo sabor de injusticia en el aire. La falta de transparencia y la negativa a asumir responsabilidades por parte del dueño de la empresa solo sirvieron para exacerbar los ánimos. “El dueño no dio la cara y yo quiero escracharlo”, expresó Marcela, reflejando la profunda frustración y la necesidad de justicia. Este incidente subraya la importancia de la rendición de cuentas y el respeto hacia las personas en momentos de vulnerabilidad.

Hace una semana en Virrey del Pino, La Matanza, en horas de la madrugada, Franco iba en moto con un amigo y el vicio por el dinero fácil los llevó a intentar robarle a un hombre que estaba en la parada del colectivo para ir a trabajar, que resultó ser un agente de la Policía Federal. Comenzaron los disparos y el motochorro terminó con un balazo en la cabeza, lo que lo llevó a su muerte y el acompañante se dio a la fuga.


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