Una impactante tragedia sacudió esta semana a la localidad correntina de Curuzú Cuatiá. Un soldado voluntario de apenas 21 años fue hallado muerto dentro de un tanque en las instalaciones del exBatallón Logístico del Ejército Argentino. El caso, que generó un fuerte impacto social y militar, fue confirmado como un suicidio tras los resultados de la autopsia.
El joven, identificado como A.R. Miño, era oriundo de Alén Cué, en el departamento de La Cruz. Había ingresado como soldado voluntario con apenas 20 años, impulsado por el deseo de construir un futuro mejor. Sin embargo, su historia terminó de forma inesperada y trágica.
El cuerpo fue descubierto el lunes por la tarde, luego de que una persona alertara sobre la presencia de un cadáver en uno de los tanques del predio militar. Al llegar al lugar, ubicado en la zona norte de Curuzú Cuatiá, efectivos de la Policía de Corrientes constataron que el joven ya no presentaba signos vitales.
El sitio donde fue encontrado el cuerpo, un tanque aparentemente en desuso, se encuentra dentro del antiguo predio del Ejército. Las primeras imágenes del lugar circularon por redes sociales, generando desconcierto y preguntas que tardarían horas en responderse.
Al momento del hallazgo, el soldado se encontraba de licencia por receso invernal. No había registros de que estuviera cumpliendo funciones activas ese día, y eso desconcertó aún más a los investigadores. ¿Qué hacía en el predio en ese momento?
La primera hipótesis era incierta: ¿accidente, suicidio o un hecho violento? La confirmación llegó horas después gracias al informe del doctor Alejandro Lima, médico forense encargado de la autopsia. El estudio concluyó que la muerte fue causada por “paro cardiorrespiratorio por oclusión mecánica de las vías respiratorias”. En otras palabras, ahorcamiento.
Esta conclusión llevó a las autoridades a descartar cualquier intervención de terceros. Según fuentes del Ejército, no hay indicios de que otro integrante de la fuerza haya estado involucrado.
A medida que avanzaba la investigación, surgió un dato que podría haber sido clave: el joven había terminado una relación sentimental poco antes de su muerte. Fuentes cercanas indicaron que atravesaba un momento emocional difícil y, al parecer, esto habría influido en su decisión final.
La familia y allegados de A.R. Miño no encuentran consuelo. Muchos lo recuerdan como un chico comprometido, trabajador y con sueños de superación. Su historia, como la de tantos jóvenes que eligen el camino militar en busca de oportunidades, terminó de forma abrupta y dolorosa.
El hecho generó un profundo impacto tanto en la sociedad correntina como en las filas del Ejército Argentino. Aunque no es común que este tipo de tragedias ocurran dentro de predios militares, el caso reabrió el debate sobre la salud mental dentro de las fuerzas armadas.
Desde el Ejército Argentino se limitaron a confirmar que Miño era soldado voluntario y que no se encontró vínculo con otro personal en relación a su muerte. Tampoco trascendieron detalles sobre si el joven había solicitado algún tipo de asistencia psicológica en los días previos.
El cuerpo fue entregado a sus familiares, quienes lo velaron el martes por la tarde en la ciudad de Mercedes. Allí, entre lágrimas, lo despidieron en una ceremonia íntima y cargada de dolor.
La muerte de A.R. Miño pone en evidencia una realidad que muchas veces se ignora: el suicidio juvenil. En Argentina, esta problemática se ha intensificado en los últimos años, y afecta especialmente a jóvenes de entre 15 y 29 años.
Los especialistas coinciden en que la salud mental debe ser prioridad en todos los ámbitos, pero especialmente en espacios donde la exigencia física y emocional es alta, como las fuerzas armadas.