El nuevo paro anunciado por el sindicato de pilotos APLA, liderado por Pablo Biró, para este martes 10 de junio es un acto de irresponsabilidad que no solo perjudica a más de 6.000 pasajeros, sino que asesta un golpe millonario a Aerolíneas Argentinas, una empresa que, tras años de pérdidas, comienza a mostrar signos de recuperación.
Con 22 vuelos cancelados y 28 reprogramados, la compañía estima pérdidas de 1,1 millones de dólares en un solo día, una cifra que pone en riesgo la sostenibilidad de una aerolínea estatal que los argentinos mantenemos con nuestros impuestos.
La excusa de APLA, que habla de “incumplimientos convencionales” y retrasos salariales, resulta poco creíble cuando apenas 20 días atrás firmaron un acuerdo paritario. Como señaló Aerolíneas, este paro tiene un claro tinte político, más alineado con intereses gremiales que con reclamos laborales legítimos. Mientras la empresa logra un resultado operativo positivo por primera vez desde su estatización, el sindicato parece empeñado en boicotear este avance, afectando no solo a la compañía, sino a miles de pasajeros que quedan varados en vísperas de fines de semana largos y la temporada de invierno.
La actitud de APLA, que toma a los pasajeros como rehenes, es inaceptable. En lugar de buscar soluciones dialogadas, el sindicato opta por medidas de fuerza que generan caos en Ezeiza y Aeroparque, afectando la planificación de miles de personas y dañando la imagen de una aerolínea que lucha por ser competitiva. Las acusaciones sobre fallas técnicas en la flota, si bien graves, deben resolverse en mesas de negociación, no con paros que castigan a los usuarios y comprometen la viabilidad económica de la empresa.
Es hora de que los sindicalistas como Biró dejen de anteponer sus agendas políticas a los intereses de los pasajeros y la estabilidad de Aerolíneas Argentinas. Cada paro como este no solo genera pérdidas millonarias, sino que erosiona la confianza en una compañía que debería ser un orgullo nacional, no un campo de batalla para disputas gremiales. La reflexión que pide Aerolíneas debe ser un llamado a la responsabilidad: el país no puede seguir pagando el costo de estas acciones desmedidas.
