La Justicia de Salta condenó a nueve años de prisión a Diego Gonzalo Olmedo, encontrado responsable del homicidio de un hombre de 34 años en el barrio Norte Grande, un sector de la zona sudeste que suele aparecer en las crónicas policiales por hechos de violencia. La sentencia se dio a través de un juicio abreviado y dejó firme la calificación de homicidio simple, luego de que el acusado reconociera haber atacado a su amigo con un arma blanca durante una discusión que terminó de la peor manera.
El caso estremeció al barrio el 23 de noviembre, cuando vecinos alertaron que un hombre yacía gravemente herido en la intersección de Chazarreta y Fortín San José de Pocoy, una esquina muy transitada por quienes viven en esa parte de la ciudad. Pese a que personal de salud lo trasladó de urgencia al hospital San Bernardo, el joven falleció poco después a raíz de un shock hipovolémico provocado por una herida punzante profunda. Ese dato, que en principio generó confusión entre los vecinos —algunos mencionaban una pelea, otros creyeron que se trataba de un robo— fue el punto de partida de una investigación que avanzó rápido y terminó apuntando directamente al entorno más próximo de la víctima.
Desde el primer momento, la Unidad de Graves Atentados contra las Personas tomó intervención a través del fiscal penal Santiago López Soto, quien reunió testimonios, pericias y pruebas materiales que confirmaron que Olmedo y la víctima estaban juntos minutos antes del ataque. Según reconstruyó la fiscalía, ambos mantenían una relación cercana y, en apariencia, compartían habituales encuentros en la zona. Sin embargo, aquella tarde algo desencadenó una discusión que escaló sin control y derivó en la agresión mortal.
Las actuaciones judiciales indicaron que la pelea fue breve pero violenta. No hubo testigos que vieran toda la secuencia completa, pero varios vecinos aseguraron haber escuchado gritos y observaron luego al hombre tendido en el suelo mientras Olmedo se alejaba del lugar con evidente nerviosismo. La investigación confirmó más tarde que el arma blanca utilizada no fue hallada, aunque la evidencia forense permitió establecer con claridad que la lesión fue intencional y fatal.
Con esos elementos, la fiscalía avanzó hacia un mecanismo procesal que se usa con mayor frecuencia en los tribunales salteños: el juicio abreviado. Este formato —que permite acelerar la resolución de causas en las que existen pruebas sólidas y un reconocimiento del acusado— evita un debate oral extenso y reduce los tiempos de cierre, siempre que el imputado acepte su responsabilidad. En este caso, Olmedo confesó el hecho y manifestó arrepentimiento ante la jueza de Garantías del distrito Centro, Claudia Puertas, quien supervisó la audiencia flexible convocada por la Oficina de Gestión Judicial.
Durante la audiencia, el acusado pidió disculpas a la familia de la víctima y reconoció que la discusión se le fue de las manos. Sin embargo, el arrepentimiento no fue suficiente para reducir la gravedad del caso. La jueza subrayó que existían antecedentes que complicaban aún más su situación procesal: Olmedo ya había sido declarado reincidente en oportunidades anteriores y, con esta nueva condena, quedó registrado como reincidente por tercera vez. Esa condición pesó sobre la definición final de la pena, que terminó fijándose en nueve años de prisión de cumplimiento efectivo.
Además, por disposición judicial, el condenado fue incorporado al Banco de Datos Genéticos, un registro provincial creado para colaborar con investigaciones futuras y que se aplica de forma obligatoria en delitos graves. Esta medida forma parte de una política criminal que busca reforzar herramientas para identificar responsables en hechos violentos que afectan a distintos barrios de Salta.
La condena dejó conformes a los familiares de la víctima, quienes siguieron de cerca cada paso de la investigación desde el primer día. Si bien evitaron hacer declaraciones públicas, fuentes cercanas a la causa señalaron que la familia buscaba una resolución rápida y un reconocimiento claro de lo sucedido, algo que finalmente se concretó con el juicio abreviado. En un barrio como Norte Grande, donde el tejido social está marcado por la convivencia diaria entre vecinos y conocidos de toda la vida, el hecho dejó un impacto fuerte: no se trató de un robo ni de un ataque de desconocidos, sino de un conflicto entre personas que compartían un vínculo previo.
Este tipo de casos suele reavivar el debate sobre la presencia del Estado, la prevención de la violencia interpersonal y la necesidad de políticas sostenidas para contener disputas que, en contextos vulnerables, a veces escalan con rapidez y terminan en tragedias. Aunque la investigación no detectó factores vinculados a bandas, drogas o actividades delictivas organizadas, sí dejó en evidencia cómo una discusión repentina puede transformarse en un hecho irreversible en cuestión de segundos.
El Ministerio Público Fiscal destacó la importancia de avanzar con decisiones firmes en homicidios ocurridos en espacios públicos, sobre todo en zonas donde la presencia policial y la intervención comunitaria son claves para evitar nuevos episodios. En ese sentido, funcionarios judiciales remarcaron la colaboración de los vecinos, quienes aportaron datos esenciales para reconstruir los momentos previos y posteriores al ataque. Sin esos testimonios, explicaron, el cierre rápido del caso hubiese sido más difícil.
Mientras tanto, Olmedo quedó alojado en un establecimiento penitenciario de la provincia, donde cumplirá su condena efectiva. Como reincidente, no podrá acceder a beneficios de libertad anticipada hasta transitar un período prolongado de cumplimiento, según establece el Código Penal argentino. Su situación judicial, lejos de mejorar con el paso del tiempo, se volvió más compleja debido a sus antecedentes.
La muerte del joven de 34 años, cuya identidad se mantiene en reserva por pedido de su familia, se suma a una serie de hechos violentos registrados durante el último semestre en la zona sudeste de Salta. Si bien las estadísticas provinciales muestran una leve baja en la cantidad de homicidios en comparación con años anteriores, la mayoría de los casos están vinculados a conflictos personales, agresiones espontáneas o peleas que se descontrolan. Esa tendencia refleja un fenómeno social más amplio, en el que las discusiones cotidianas pueden terminar en tragedias cuando intervienen armas blancas, bebidas alcohólicas o situaciones de tensión acumulada.