La sentencia judicial que condenó a Marina Jiménez a 10 años de prisión por abuso sexual agravado contra su nieto ha sacudido a la comunidad de Salta, especialmente al ámbito cultural donde la bailarina era una referente indiscutida. Los hechos, que se remontan a más de una década, ocurrieron en el seno familiar y fueron denunciados luego de años de silencio por parte de la víctima, quien decidió romper con el secreto para buscar justicia.
En una charla exclusiva con Agenda/Salta, Emmanuel Jiménez nieto y víctima de la bailarina, relató que tenía apenas 10 años cuando comenzaron los hechos: "La verdad es que no quería hablar de esto, lo guardé en silencio durante muchos años", confesó con una voz que aún transmite el impacto emocional.
El joven, explicó como fue el momento en que recibió la noticia de la condena contra su abuela, por un mensaje de sus abogados y lo dejó en shock. "Al principio no lo procesaba bien, pero ahora siento que es un nuevo comienzo para mí. Estoy contento, aunque sea raro decirlo en medio de tanto dolor", agregó.
En una sociedad como la salteña, donde los lazos familiares y las tradiciones a menudo priorizan el discreto manejo de conflictos internos, casos como este suelen quedar tapados para evitar escándalos. Emmanuel describió cómo, en su hogar, siempre se tapaban las cosas incómodas: "Era como si fuéramos una familia perfecta de bailarines, donde nada malo pasaba. Pero yo sabía la verdad, y llegó un punto en que no podía más", contó.
El joven decidió confrontar a su abuela en su domicilio, un encuentro tenso donde Marina admitió su arrepentimiento. "Me dijo que estaba arrepentida de lo que me había hecho, pero después siguió con su vida normal, con sus reconocimientos y todo. Entonces, ¿tan arrepentida estaba realmente?", cuestionó Emmanuel, con una mezcla de rabia y resignación.
Este no fue un camino fácil, Emmanuel primero confió en un amigo cercano, quien se convirtió en su pilar durante todo el proceso: "Él me acompañó desde el principio, me dio fuerzas para no callarme más", recordó.
Luego, el joven decidió contárselo a su padre, Aníbal Jiménez, hijo de Marina: "Le mandé un mensaje diciéndole que había sido abusado y violado, y cuando me preguntó quién, le
respondí: 'Tu mamá'". La reacción de Aníbal fue inmediata: junto a la hermana de Emmanuel, lo acompañaron a radicar la denuncia en una comisaría. Ese acto de coraje familiar fue el puntapié para que la justicia comenzara a actuar.
La investigación judicial, que se extendió por varios años, incluyó pericias psicológicas, testimonios y pruebas que confirmaron los hechos. Emmanuel, por su parte, enfatiza que su lucha no es solo personal, sino que busca inspirar a otros. "En Salta hay muchos casos de abuso sexual que se callan por miedo o por vergüenza. Yo quiero que sepan que se puede denunciar, que la justicia puede actuar", dijo.
El joven, que hoy trabaja en un ámbito de paz, busca evitar recuerdos dolorosos, y se enfoca en su hija, su esposa y su recuperación. "Esto me quitó mucho, pero ahora siento que recupero un pedazo de mi vida".
Este fallo no solo impacta en el Ballet Salta, una institución clave en la promoción de la danza en el noroeste argentino, sino que también resalta la importancia de visibilizar y judicializar casos de abuso sexual en entornos cercanos.
En Salta, donde la cultura y las tradiciones familiares son pilares de la identidad local, sentencias como esta sirven como alerta para romper ciclos de silencio y proteger a los más vulnerables. La comunidad artística espera ahora cómo se reorganizará el ballet tras esta condena, mientras la víctima busca reconstruir su vida con el respaldo de la Justicia.