El juicio por el femicidio de Jimena Beatriz Salas sumó este martes una nueva jornada de audiencias con testimonios que marcaron un contraste en torno a la figura del fallecido Javier "Chino" Saavedra, uno de los tres hermanos imputados por el crimen ocurrido en Vaqueros en 2017.
Todos los testimonios conocidos durante esta audiencia se centraron en el período en que Saavedra residió en Santa Victoria Este, donde trabajó y realizó tareas comunitarias tras su salida de capital.
Un episodio de acoso laboral
La primera testigo, convocada por la fiscalía, trabajó junto a Javier Saavedra entre 2018 y 2019 en Santa Victoria Este, en un programa nacional ejecutado por una ONG. Contó, por videoconferencia, que en ese momento el equipo de trabajo estaba conformado por seis personas (cinco mujeres más Javier Saavedra). y que este fue expulsado tras una denuncia interna por acoso a una compañera.
Según su relato, el episodio derivó en su salida de la ONG, aunque la mujer afectada no formalizó una denuncia policial “para no perjudicar a la institución”. Tras el incidente, Saavedra permaneció en Santa Victoria Este y se alojó en un convento local.
La testigo también mencionó dos episodios posteriores de inseguridad en la vivienda del grupo: en una ocasión encontraron la casa inundada y en otra sufrieron robos de maletas y computadoras, aunque aclaró que estos hechos ocurrieron después de la partida de Saavedra.
Testimonios favorables
La defensa, por su parte, presentó seis testigos que ofrecieron una imagen positiva de Saavedra. Uno de ellos, un sacerdote franciscano de Santa Victoria Este, aseguró que el acusado “era una persona de confianza, amable, austera y muy atenta a los problemas de los demás”.
El religioso relató que conoció a Saavedra en 2020, cuando asumió como párroco, y que desde entonces el imputado colaboraba con la comunidad en tareas solidarias: ayudaba en el merendero, acompañaba enfermos al hospital y organizaba eventos deportivos. También señaló que estuvo presente durante su detención, lo acompañó hasta Tartagal y luego lo visitó en Salta durante su prisión preventiva.
Otras testigos, excompañeras universitarias y de proyectos comunitarios, coincidieron en describirlo como “buen compañero, tranquilo y participativo”. Una de ellas recordó su paso por el Plan Hábitat en el barrio Floresta en 2017 y sostuvo que nunca observó conductas inapropiadas.