En Tartagal, dos mujeres fueron condenadas por vender certificados médicos truchos utilizando el sello y la firma falsificada de un profesional del Hospital Juan Domingo Perón. La maniobra fue detectada cuando el propio médico, al notar la circulación de documentos con su nombre en trámites donde él no había intervenido, decidió denunciar el hecho.
Una de las involucradas, empleada del hospital, habría facilitado el acceso a materiales oficiales para confeccionar los certificados. La otra mujer, en complicidad, colaboraba en la venta de los papeles falsos a personas que los usaban para justificar inasistencias laborales o gestionar licencias.
El caso fue investigado por la Brigada de Investigaciones de Tartagal y derivó en un juicio abreviado, en el que ambas acusadas admitieron su responsabilidad en los hechos. La jueza Sandra Sánchez, de la Sala II del Tribunal de Juicio de Tartagal, dictó sentencia: Noelia Herrera recibió 1 año y 6 meses de prisión condicional, mientras que Ana Ramos fue condenada a la misma pena, pero de cumplimiento efectivo, por ser reincidente.
Así funcionaba la maniobra
La investigación reveló que las mujeres vendían los certificados en el circuito informal de Tartagal, usando un sello apócrifo y una firma falsificada del médico denunciante. El objetivo era generar documentos que simularan atención médica legítima, con fechas, diagnósticos y hasta códigos administrativos similares a los oficiales.
En los allanamientos realizados en los domicilios de las acusadas, se secuestraron sellos de goma, formularios del hospital, talonarios de recetas y otros materiales que eran utilizados para armar los certificados truchos. Según fuentes del Ministerio Público Fiscal, la operatoria se había repetido en al menos cinco oportunidades, aunque no se descarta que haya habido más casos que no se denunciaron formalmente.
Los documentos falsificados eran utilizados para trámites laborales, licencias médicas e incluso presentaciones ante aseguradoras o instituciones educativas. En algunos casos, los certificados llegaron a estar firmados digitalmente, aumentando el nivel de sofisticación de la estafa.