Lo que debía ser una tarde de fútbol terminó con una escena insólita y preocupante en Colonia Santa Rosa. Durante el clásico entre Atlético Ferro y Deportivo Roby Manero, por el torneo Clausura de la Liga Regional del Bermejo, un efectivo policial desenfundó su arma en el medio del campo de juego, generando caos y temor entre los presentes.
El partido, disputado con una numerosa concurrencia, terminó 2 a 1 a favor de Ferro (4 a 3 en el global), pero el resultado pasó a segundo plano. Según se vio en los videos que rápidamente circularon en redes sociales, el policía apuntaba hacia el piso y hacia los costados, en un intento por frenar a un grupo de jugadores que se le acercaba de forma agresiva.
El clima ya venía caldeado por una serie de fallos arbitrales discutidos, y todo se desbordó tras un tumulto que comenzó en el campo de juego. Otros agentes intentaron intervenir y calmar al efectivo armado, que fue retirado mientras la tensión crecía entre los hinchas y protagonistas del encuentro.
Este no fue el único hecho violento del fin de semana. En San Ramón de la Nueva Orán, el superclásico entre Gimnasia y Pizarro también terminó mal. El partido, que iba 2 a 0 a favor de Gimnasia, fue suspendido luego de que el asistente Gustavo Aparicio fuera agredido con un objeto lanzado desde la tribuna. Con la suspensión, el resultado global favoreció al equipo de Pizarro por 3 a 2.
Ambos episodios encendieron las alarmas sobre la creciente violencia en las ligas del norte salteño. A pesar de que estos torneos suelen ser espacios de encuentro para las comunidades, cada vez son más frecuentes los hechos de agresión y descontrol, tanto dentro como fuera de la cancha.
Las imágenes del policía con el arma en la mano y el árbitro agredido en Orán reflejan un problema profundo: falta de seguridad, escasa preparación y ausencia de controles reales en los partidos del interior. Hasta el momento, no hubo comunicados oficiales por parte de la Liga del Bermejo ni de las autoridades policiales.
Los vecinos y seguidores del fútbol regional exigen respuestas. La violencia no puede seguir formando parte del paisaje de cada domingo. Se necesitan medidas urgentes para proteger a jugadores, árbitros y público, y para recuperar la confianza en un deporte que, en muchos pueblos del norte salteño, es mucho más que un juego.
