El susto fue mayúsculo en la tranquila mañana de Río Piedras, una localidad del departamento de Metán donde el paso del tren forma parte del paisaje cotidiano, pero donde la falta de infraestructura de seguridad vuelve cada cruce en una ruleta rusa. A primera hora de hoy, una formación ferroviaria embistió a un automóvil Fiat Cronos y lo arrastró varios metros sobre las vías, un incidente que reaviva el reclamo histórico de los vecinos por la instalación de barreras y señalización adecuada en los pasos que conectan el pueblo con la ruta.
El hecho ocurrió alrededor de las siete de la mañana, en el acceso principal a Río Piedras. A esa hora, el tránsito es habitual: trabajadores municipales, productores y vecinos que se desplazan hacia Metán o regresan para iniciar la jornada. En ese contexto, Mariela Ortega, una empleada municipal muy conocida en la zona, circulaba en su vehículo cuando la formación apareció por el sector. Minutos después, su auto terminaría siendo impactado y desplazado varios metros, generando preocupación inmediata entre quienes acudieron al lugar al escuchar el estruendo.
De acuerdo con la reconstrucción preliminar, la conductora habría intentado cruzar las vías al mismo tiempo que el tren se aproximaba. La bocina del ferrocarril, que suele advertir su llegada, habría provocado un momento de desconcierto en la mujer, quien quedó atravesada en el cruce justo en el instante del impacto. Pese a la violencia del choque y el desplazamiento del vehículo, Ortega resultó milagrosamente ilesa, algo que fue recibido con alivio tanto por los habitantes del pueblo como por el personal de emergencia que se acercó al sitio.
Igualmente, por prevención, la mujer fue trasladada al centro de salud local, donde se le realizaron controles para descartar lesiones internas y se la acompañó hasta que recuperó la calma. Los daños materiales del automóvil fueron considerables, pero la integridad de la conductora no presentó riesgo.
El siniestro dejó en evidencia, una vez más, un problema estructural que afecta no solo a Río Piedras, sino a buena parte de las localidades del sur salteño: la ausencia de barreras físicas, señalización inteligente o sistemas automáticos que alerten con anticipación la llegada de una formación. En muchos puntos del departamento de Metán, los trenes atraviesan áreas urbanas con mínima contención y con pasos a nivel que dependen exclusivamente de la atención del conductor.
Ejemplos sobran. En San José de Metán, las vías atraviesan el casco urbano de punta a punta y dividen la ciudad en dos, obligando a peatones y automovilistas a cruzar por espacios donde el riesgo es permanente. En El Galpón, la situación se repite con otro agravante: los trenes pasan sobre la Ruta Nacional 16, una de las arterias más transitadas de la zona. El paso de formaciones pesadas por corredores diseñados para transporte de carga y pasajeros, pero no adaptados a la urbanización creciente, suma tensión a una problemática que lleva años sin resolverse.
El incidente de hoy no es un caso aislado. Históricamente, los cruces sin barreras en el sur provincial acumulan un largo registro de accidentes, algunos con heridos graves y otros con desenlaces fatales. En Río Piedras, los vecinos recuerdan episodios recientes en los que motociclistas, camionetas particulares e incluso vehículos de transporte rural estuvieron involucrados en colisiones similares. La precariedad en la señalización y la falta de mecanismos automáticos se combinan con la rutina diaria, generando un escenario donde el margen de error es mínimo.
Este contexto alimenta un reclamo que viene creciendo desde hace tiempo: la instalación de barreras automáticas, luces intermitentes y alarmas sonoras que adviertan con suficiente anticipación la presencia del tren. Si bien existen carteles de alerta, estos resultan insuficientes ante la velocidad y el peso de las formaciones actuales, que requieren más distancia para frenar y cuentan con menor capacidad de maniobra que un vehículo común.
Además, la ubicación de algunos pasos a nivel, sumada a la falta de visibilidad en horarios de poca luz o días nublados, aumenta el riesgo de siniestros. En Río Piedras, el cruce donde ocurrió el choque de hoy presenta una curva cercana y no posee guardarrail ni demarcación horizontal que permita al conductor anticipar correctamente la proximidad del ferrocarril. Los vecinos coinciden en que se trata de un punto crítico que necesita intervención urgente.
El impacto económico y emocional de estos incidentes no es menor. La región depende en gran medida del tránsito diario de trabajadores rurales, productores ganaderos, transportistas y empleados municipales. Cada accidente interrumpe la vida cotidiana, genera gastos de reparación, moviliza personal de emergencia y refuerza la sensación de vulnerabilidad entre quienes viven y circulan en las zonas cercanas a las vías. Esto se agrava en escenarios donde los trenes de carga, que suelen circular a primera hora de la mañana o avanzada la noche, pueden sorprender a conductores que transitan con poca visibilidad.