Con un tono desafiante y una clara intención de blindar el rumbo del gobierno nacional, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, confirmó este jueves su candidatura a senadora nacional por La Libertad Avanza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo hizo a través de una publicación en redes sociales, en la que dejó en claro que su objetivo es continuar dando pelea desde el Congreso y no ceder terreno frente a lo que calificó como “el pasado corrupto”.
La noticia sacudió el tablero político, no sólo porteño sino también nacional. Bullrich, figura clave dentro del equipo de Javier Milei, buscará ahora un lugar en la Cámara Alta para acompañar desde otro frente el plan de reformas que impulsa el Presidente. En Salta, la movida fue leída con atención: no es un dato menor que una de las funcionarias más visibles del gabinete libertario dé este paso justo cuando comienzan a definirse las candidaturas para 2025.
La ministra aseguró que se presenta “donde están las batallas más difíciles”, y agregó que el Congreso será su nuevo campo de acción. Desde allí, prometió liderar los cambios que, a su juicio, todavía están pendientes para consolidar la nueva etapa que atraviesa el país.
Bullrich no se anduvo con vueltas. En su mensaje, cargó contra el kirchnerismo, al que volvió a señalar como “la causa del retroceso argentino”, y sostuvo que su objetivo es impedir que esa lógica vuelva al poder. “Es momento de decidir: construimos futuro o volvemos al fracaso”, remató, apelando directamente al electorado.
La funcionaria se mostró decidida a jugar fuerte en el proceso electoral del año próximo, esta vez desde las listas de La Libertad Avanza, espacio al que se sumó formalmente tras su integración al gabinete de Milei. Aunque su figura mantiene un peso propio, el respaldo presidencial parece estar garantizado, lo que podría asegurarle un lugar privilegiado en la boleta oficialista en CABA.
Si bien el anuncio impacta principalmente en Buenos Aires, la candidatura de Bullrich tiene implicancias que trascienden lo local. En provincias como Salta, donde La Libertad Avanza intenta consolidar su armado y sumar referentes con peso propio, el movimiento de la ministra se interpreta como una señal de que el oficialismo nacional buscará sostener su presencia legislativa a toda costa.
Además, la apuesta de Bullrich refuerza un mensaje: el Gobierno no está dispuesto a retroceder en sus reformas estructurales y buscará alinear el Congreso con su visión. Desde Salta, muchos ojos estarán puestos en cómo evoluciona esta estrategia, especialmente teniendo en cuenta que el Senado es un bastión tradicionalmente más conservador y con fuerte representación del peronismo.
Patricia Bullrich no es nueva en la arena electoral. Ex candidata presidencial y ex diputada, su recorrido le otorga experiencia y visibilidad. En su rol como ministra de Seguridad, ha liderado algunas de las políticas más polémicas pero también más celebradas por el núcleo duro libertario: mano dura contra piquetes, respaldo a las fuerzas de seguridad, y una narrativa centrada en el orden como valor esencial.
En Salta, por ejemplo, sus declaraciones en favor de endurecer controles y reforzar la lucha contra el narcotráfico fueron bien recibidas por sectores preocupados por el avance del delito en la región. En su última visita a la provincia, prometió más apoyo logístico y tecnológico para las fuerzas locales, en una estrategia de colaboración con los gobiernos provinciales más alineados con Nación.
El salto al Senado, entonces, aparece como un paso lógico para una figura que nunca dejó de tener ambiciones políticas y que ahora busca capitalizar su rol en el Ejecutivo para ganar terreno legislativo.
Con las elecciones legislativas en el horizonte, el anuncio de Bullrich marca el comienzo de una nueva etapa en el armado oficialista. Mientras Milei mantiene su impronta disruptiva desde la Casa Rosada, sus aliados comienzan a preparar el terreno para lograr mayorías parlamentarias que le permitan avanzar sin trabas.
Por lo pronto, la jugada obliga a todos los sectores políticos a reconfigurar sus estrategias. Con una figura de alto perfil lanzada formalmente, la campaña empieza a calentarse, y los próximos meses serán clave para definir si el oficialismo logra imponer su lógica en las urnas o si la oposición logra articular una contraofensiva eficaz.
Más allá de lo que ocurra en Buenos Aires, la candidatura de Bullrich envía una señal clara al resto del país: el oficialismo no se replegará, sino que buscará expandir su influencia también desde el Congreso. En un contexto donde muchas provincias, como Salta, observan con atención los vaivenes de Nación, el mensaje apunta a consolidar una narrativa que mezcle orden, liderazgo y promesas de futuro.