En un nuevo capítulo de su recurrente libreto, Política Obrera dio a conocer este domingo su lista de candidatos para las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre, donde Salta renovará tres bancas en el Senado y tres en la Cámara de Diputados.
Con un discurso que repite las consignas de siempre, el partido de izquierda apuesta por nombres como Julio Quintana para el Senado y Violeta Gil para Diputados, en un intento por captar el voto de quienes están desencantados con el rumbo económico y político del país. Sin embargo, su propuesta, cargada de críticas al ajuste y promesas de un socialismo utópico, parece chocar una vez más con la realidad de una provincia donde las prioridades y los problemas cotidianos demandan respuestas más concretas.
La presentación de los candidatos tuvo lugar en un acto en la plazoleta IV Siglos, en el corazón de la capital salteña, con una puesta en escena austera pero combativa. Julio Quintana, quien encabeza la lista para el Senado, estará acompañado por Georgía Romero y Cristian Pereyra. En tanto, Violeta Gil liderará la nómina para Diputados, secundada por Nahuel Riquelme y Marta Martín. Como es habitual, los nombres propuestos por Política Obrera no son figuras de gran trayectoria en la política provincial, sino militantes que encarnan el mensaje de lucha obrera que el partido pregona desde hace décadas. Pero, ¿es suficiente este mensaje para conectar con el electorado salteño en un contexto de crisis económica, inflación galopante y creciente descontento social?
El discurso de Política Obrera no sorprende a nadie en Salta. Durante el acto, los candidatos insistieron en su rechazo al ajuste impulsado por el gobierno nacional y en propuestas que, aunque suenan ambiciosas, parecen desconectadas de las urgencias de la provincia. Hablaron de un salario mínimo equivalente a la canasta familiar, del reparto de horas de trabajo para combatir el desempleo y del congelamiento de alquileres. Propuestas que, en el papel, buscan defender a los sectores populares, pero que en la práctica chocan con la falta de un plan claro para implementarlas en un contexto donde el gobierno nacional y provincial priorizan la disciplina fiscal y la atracción de inversiones. En una provincia como Salta, donde el empleo informal y la precariedad laboral son moneda corriente, estas ideas suenan más a consignas de barricada que a soluciones viables.
La izquierda dividida y sin rumbo
La presentación de los candidatos de Política Obrera no estuvo exenta de críticas internas. Algunos sectores de la izquierda salteña, que prefieren mantenerse en el anonimato, señalaron que la elección de nombres como Quintana y Gil responde más a la dinámica interna del partido que a una estrategia para conquistar nuevos votantes. “Siempre son los mismos nombres, los mismos discursos, las mismas promesas. No hay renovación ni apertura a sectores que podrían sumar al proyecto”, comentó un militante de izquierda que no se siente representado por Política Obrera. Esta falta de innovación podría ser otro obstáculo en un escenario electoral donde la novedad y la cercanía con los problemas cotidianos suelen pesar más que las consignas ideológicas.A medida que se acerca el 26 de octubre, la pregunta es si Política Obrera logrará salir de su zona de confort y conectar con un electorado que, aunque desencantado con la política tradicional, busca respuestas concretas y no solo discursos combativos. La izquierda tiene un desafío enorme: transformar su mensaje en propuestas que no solo critiquen el statu quo, sino que ofrezcan soluciones viables para una provincia que necesita empleo, inversión y mejores servicios. Mientras tanto, los salteños observan con escepticismo un nuevo capítulo de una historia que, al menos en términos electorales, parece repetirse sin grandes sorpresas.