En una semana clave para la política argentina, el peronismo salteño se encuentra sumido en un proceso de definiciones cargado de tensiones, negociaciones contrarreloj y la amenaza latente de una ruptura que podría fragmentar aún más a un espacio ya golpeado por la derrota nacional de 2023. Con los principales dirigentes locales disputándose espacios en las listas para el Congreso, y la intervención del PJ Nacional operando desde Buenos Aires y en territorio, el panorama todavía está lejos de resolverse.
El escenario en Salta no escapa a lo que sucede en buena parte del país: un peronismo sin conducción clara, con múltiples terminales de poder y sin una figura nacional que logre aglutinar a todos los sectores. Mientras en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba se intenta resolver internas complejas, en el norte argentino las diferencias entre los principales referentes locales se vuelven cada vez más visibles y agudas.
Quien hoy aparece con mayores posibilidades de encabezar la lista para el Senado es Juan Manuel Urtubey. El exgobernador de Salta busca regresar al Congreso y posicionarse nuevamente en el tablero político nacional, donde intenta recuperar protagonismo dentro del peronismo no kirchnerista. Su eventual candidatura, sin embargo, no está exenta de resistencia. El actual senador nacional Sergio “Oso” Leavy también quiere renovar su banca y no está dispuesto a ceder sin dar pelea. Ambos dirigentes encarnan dos visiones distintas del peronismo local: mientras Urtubey se posiciona más cerca del “centro” político, Leavy mantiene vínculos más estrechos con el kirchnerismo duro.
La situación es aún más compleja si se suma a la disputa a Emiliano Estrada. El actual diputado nacional y exministro de Economía de la provincia tiene intenciones claras de encabezar la lista para la Cámara Baja. Estrada se muestra como una figura con perfil técnico, joven y con buena imagen en sectores urbanos. Sin embargo, su lugar también está en juego dentro de una negociación más amplia que incluye nombres, ubicaciones en las listas y equilibrios internos entre los distintos sectores del PJ salteño.
En este contexto, este sábado llegarán a Salta dos figuras clave del escenario nacional: María Luz “Luchy” Alonso y Sergio Berni, interventores del Partido Justicialista a nivel nacional. Su presencia no es casual ni simbólica. Son los emisarios directos de Cristina Fernández de Kirchner, encargados de destrabar las negociaciones y evitar que el partido en Salta llegue dividido a los comicios de octubre. El riesgo es real: si no se logra una lista de unidad, el peronismo podría presentarse fragmentado, diluyendo sus chances electorales y dejando el camino libre a los libertarios o a otros sectores provinciales.
Otro factor que complica el tablero local es la posible irrupción de una lista impulsada desde el oficialismo provincial. Aunque hasta ahora no hay definiciones, se barajan los nombres de Pamela Caletti e Ignacio Jarsún como eventuales candidatos del espacio que responde al gobernador Gustavo Sáenz. Si bien ambos cuentan con cierto respaldo en sus territorios, las encuestas los ubican en un tercer lugar, lo que hace dudar a Sáenz sobre la conveniencia de jugar una ficha propia. Un movimiento en falso podría terminar dividiendo aún más el voto no libertario y, en los hechos, consolidar una derrota anunciada.
En paralelo, la dirigencia local sigue de cerca los movimientos a nivel nacional. La falta de unidad en provincias clave como Santa Fe, Córdoba, San Luis o Misiones refleja un síntoma generalizado dentro del peronismo: la dificultad para construir acuerdos duraderos en un contexto donde las heridas del 2023 siguen abiertas y no hay una figura central que imponga autoridad. La victoria arrolladora de Javier Milei en la elección presidencial dejó a muchos dirigentes desorientados, y la posterior caída del consumo, el ajuste fiscal y la licuación de salarios no hicieron más que agravar el clima interno.
Sin embargo, y pese al malestar económico que atraviesa gran parte de la población, muchos dirigentes peronistas coinciden en que Milei podría cosechar nuevamente un buen caudal de votos. A pesar del enfriamiento de la economía, hay una percepción social instalada que le adjudica al presidente la baja de la inflación. Ese crédito político, aunque frágil, es una barrera difícil de superar para la oposición.
En ese escenario, el peronismo tiene poco margen para errores. En Salta, donde el peso electoral del PJ ha sido históricamente significativo, una mala estrategia podría derivar en una derrota con impacto nacional. Urtubey, Leavy y Estrada saben que sus decisiones no sólo definen su futuro político, sino también el de un espacio que necesita reconfigurarse y encontrar un nuevo rumbo.
La intervención del PJ Nacional buscará cerrar las listas antes del domingo por la noche, plazo legal para la presentación de candidaturas. Hasta entonces, todo será rosca, llamadas, reuniones a puertas cerradas y pulseadas de último minuto. Como ya es costumbre en la política argentina, especialmente en el peronismo, las definiciones llegarán con el reloj apretando y los ánimos caldeados.