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Desde Lima al Milagro salteño: Ciclistas llegaron a Oruro y aún les resta 1.000 km para llegar a la Catedral

Quince salteños emprendieron una bicicleteada épica desde el puerto del Callao, en Perú.

Desde Lima al Milagro salteño: Ciclistas llegaron a Oruro y aún les resta 1.000 km para llegar a la Catedral

En un esfuerzo que combina devoción, resistencia y un amor profundo por las tradiciones salteñas, un grupo de 15 ciclistas de la provincia de Salta emprendió hace doce días una travesía que ya se convirtió en un símbolo de fe y perseverancia.

 

Desde el puerto del Callao, en Perú, estos peregrinos comenzaron a pedalear el 20 de agosto con un objetivo claro: llegar a los pies del Señor y la Virgen del Milagro, en la Catedral Basílica de Salta, justo para las fiestas patronales que comenzarán el próximo 12 de septiembre. Con más de 1.000 kilómetros aún por recorrer, los ciclistas ya cruzaron la frontera boliviana y se acercan a Oruro, en un viaje que no solo desafía el cuerpo, sino que también fortalece el espíritu.

La salida desde el Callao fue un momento cargado de emoción. Antes de subirse a las bicicletas, el grupo participó de una misa en la que un sacerdote bendijo la travesía. Con el Pacífico de fondo y el corazón lleno de promesas, los peregrinos comenzaron a rodar por la costa limeña, dejando atrás el bullicio de la ciudad para adentrarse en un recorrido que los llevaría por caminos de ripio, montañas y llanuras. “Arrancamos con una energía increíble, todos juntos, sabiendo que esto es mucho más que un viaje físico”, expresó uno de los ciclistas, reflejando el espíritu que los mantiene unidos.

El grupo está compuesto mayormente por vecinos de la capital salteña, aunque también se sumaron ciclistas de otras localidades de la provincia, como Cerrillos y Rosario de Lerma. Con edades que van desde los 54 hasta los 75 años, la diversidad del equipo es un testimonio de la fuerza de la fe. Muchos de estos peregrinos son habitués de las caminatas al Milagro, como las que cada septiembre parten desde lugares como Santa Victoria Oeste o Nazareno. Sin embargo, este año decidieron elevar la apuesta: cruzar tres países en bicicleta, enfrentando climas extremos, alturas andinas y largas jornadas de pedaleo.

El recorrido no es sencillo. Desde el puerto peruano, los ciclistas atravesaron los paisajes desérticos de la costa, subieron a las alturas de los Andes y ahora enfrentan los caminos bolivianos rumbo a la frontera con Argentina. Cada día pedalean entre 80 y 120 kilómetros, dependiendo de las condiciones del terreno y del clima. “Hay momentos en los que las piernas no dan más, pero pensás en el Señor y la Virgen, y sacás fuerzas de donde no hay”, confesó otro de los peregrinos. La meta es clara: estar en Salta antes del viernes 12, cuando la ciudad se prepare para recibir a miles de fieles en una de las celebraciones religiosas más importantes del norte argentino.

La procesión del Milagro, que reúne a cientos de miles de personas cada año en Salta, es el faro que guía a estos ciclistas. La festividad, que honra al Señor y la Virgen del Milagro, tiene una relevancia única en la provincia, donde la fe se entrelaza con la identidad cultural. Para estos 15 salteños, llegar a la Catedral Basílica no es solo un desafío físico, sino una forma de renovar su compromiso espiritual. “Es una promesa que llevamos en el alma. Cada kilómetro es una ofrenda”, compartió un integrante del grupo, mientras descansaban en un pequeño poblado boliviano.

El trayecto está lleno de anécdotas que reflejan el espíritu salteño. En los pueblos por los que pasan, los ciclistas son recibidos con curiosidad y admiración. En algunos casos, los lugareños les ofrecen agua, comida o un lugar donde descansar. “En un pueblito peruano, una señora nos vio pasar y salió corriendo con un balde de agua fresca. Nos emocionó tanto que casi nos ponemos a llorar”, relató otro de los peregrinos. Estas pequeñas muestras de solidaridad se convirtieron en un combustible adicional para seguir adelante.

La preparación para este viaje no fue menor. Durante meses, los ciclistas organizaron la logística, desde el mantenimiento de las bicicletas hasta la planificación de las rutas. Cada integrante lleva una mochila con lo esencial: ropa para el frío y el calor, herramientas para reparaciones rápidas y, por supuesto, imágenes del Señor y la Virgen del Milagro. Algunos incluso cargan pequeñas banderas argentinas y salteñas, que ondean con orgullo en sus bicicletas. “Esto es por Salta, por nuestra fe y por nuestra gente”, afirmaron.

El paso por Bolivia representa un nuevo capítulo en esta aventura. Las alturas de Oruro, a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar, pusieron a prueba la resistencia del grupo, pero también les regalaron paisajes imponentes, con el altiplano boliviano como telón de fondo. Desde allí, planean continuar hacia Villazón, en la frontera con Argentina, y luego descender hacia la Quebrada del Toro, un tramo que los acercará cada vez más a Salta. La recta final será un desafío, pero también una celebración: el regreso a casa, a la tierra que los vio nacer y donde su devoción encuentra su máxima expresión.

A medida que se acercan las fiestas del Milagro, la expectativa crece en Salta. En las calles de la capital, ya se siente el ambiente de preparación para la procesión, con los altares que empiezan a adornarse y las familias que organizan sus promesas. La llegada de estos ciclistas será un momento especial, un testimonio vivo de cómo la fe puede mover montañas –o, en este caso, cruzarlas en bicicleta–. Su travesía, que comenzó en las costas del Pacífico, es un recordatorio de que el Milagro no solo se vive en la Catedral, sino en cada paso, en cada pedaleada, en cada corazón que late por la devoción.

 

 


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