Julieta Prandi, reconocida figura del espectáculo argentino, brindó su declaración ante el Tribunal Oral en lo Criminal N.º 2 de Campana, en el marco del juicio que se le sigue a su exmarido, Claudio Contardi. En su testimonio, la actriz describió años de violencia física, sexual, psicológica y manipulación dentro del vínculo que compartieron.
“Estoy agradecida de poder hablar después de tanta espera”, dijo visiblemente afectada. “Este infierno no empezó ahora, comenzó cuando me casé y tuve a mi primer hijo”.
La relación entre ambos se había iniciado en 2005, pero fue tras el nacimiento de su hijo Mateo cuando, según sus palabras, comenzaron las agresiones. “Todo lo que atraviesa una mujer en ese momento es delicado, y yo lo viví en el peor contexto posible”, expresó.
Entre lágrimas, Prandi relató uno de los aspectos más estremecedores de su testimonio: los abusos sexuales. Aseguró que eran reiterados y que solían ocurrir mientras ella dormía. “Era parte de su rutina”, declaró con la voz quebrada.
A este horror se sumaban estrategias de control absoluto. Denunció que Contardi le cortaba el acceso a internet, escondía su celular y que incluso contrataba personas para vigilarla. “Me dejaron incomunicada. Me escondió el teléfono en el freezer. Y Lorena era mi carcelera, pasaba informes de todo lo que hacía”, aseguró.
La actriz contó que vivía con un miedo constante. Relató cómo su exmarido la humillaba, la degradaba y la amenazaba constantemente. “Cuando llegaba a casa, se me secaba la garganta. Me decía que estaba vieja, que era una basura. Yo no era una persona, era una cosa. Y esa cosa quería estar muerta”.
Las amenazas eran explícitas y dirigidas también hacia sus seres queridos. “Me decía cosas como ‘Si fueras hombre, no tendrías los huesos sanos’ o ‘No vas a cumplir más años, te van a poner una corona’. Incluso dijo que podía matar a un perro y que parezca un accidente. Así me hablaba”, reveló.
Julieta también relató cómo, durante un año entero, planificó su salida. “No podía pedir el divorcio ahí, en Escobar, porque no tenía a nadie cerca. Si él se enteraba, no salía viva”, aseguró. Su liberación llegó el 14 de febrero de 2019, una fecha que marcó su renacer. Ese día logró huir con sus hijos, dejando atrás años de encierro y miedo.
Pero la pesadilla no terminó ahí. Contardi, según su relato, la amenazó nuevamente antes de dejarla ir: “Me dijo que si no le daba la mitad de todo, no me iba a ir. Después amenazó con matarme. Y también a mis hijos”.
Tras su salida, Julieta se refugió en la casa de sus padres en Pinamar. “Ahí conocieron a Rocco, mi segundo hijo. Fue un reencuentro doloroso, porque yo había estado alejada de ellos por años. Pero empezamos a reconstruirnos como familia”, explicó.
Este proceso de reconstrucción incluyó terapia, contención y también la decisión de contar su historia. Aunque al principio no quiso hacer pública su situación, el silencio se volvió insostenible. “No quería que la gente supiera lo que me pasó. Me daba vergüenza, asco. Pero llegó un momento en que ya no podía seguir callada”, expresó.
Julieta Prandi no solo buscó justicia personal, sino también abrir una conversación social urgente. Su testimonio interpela, incomoda y obliga a mirar de frente una realidad que afecta a miles de mujeres en la Argentina. Su caso expone no solo los actos aberrantes que vivió, sino también cómo funcionan las redes de control y silencio en vínculos violentos.
En su valentía, muchas mujeres pueden verse reflejadas. Su historia invita a alzar la voz, a buscar ayuda y a no normalizar el abuso. También pone en evidencia la importancia de una justicia con perspectiva de género, que escuche y actúe a tiempo.
¿Qué sigue ahora?
El juicio continúa, y la declaración de Prandi será clave para determinar la responsabilidad penal de Contardi. Mientras tanto, el país entero acompaña con atención este proceso judicial que podría marcar un precedente en casos de violencia dentro del ámbito privado.
Prandi, por su parte, continúa enfocada en su recuperación y en sus hijos. “Hoy soy libre. Me costó mucho, pero logré salir. Y si yo pude, otras también pueden hacerlo”, cerró.