Con el corazón en Juventud Antoniana y el alma en los barrios salteños, Mario René Siares fue mucho más que un hincha. Fundador de la emblemática barra “Dale Santo”, exconcejal, militante incansable y creador del Concurso de la Empanada más tradicional de la provincia, su partida deja un vacío profundo en la cultura popular de Salta.
Este viernes 1º de agosto, “el Negro” falleció tras una dura enfermedad. Tenía 77 años y una historia de vida que lo convirtió en referente social, político y cultural. Desde su juventud, fue un líder natural, aún cuando él mismo decía: “Nunca busqué serlo, pero siempre lo fui”.
Nacido en una familia humilde, aprendió el oficio de linotipista y trabajó en medios locales, entre ellos el diario El Tribuno. Allí dejó su marca durante ocho años, antes de volcar toda su energía a la militancia barrial y a su gran pasión: Juventud Antoniana.
En 1973 fundó “Dale Santo”, la primera barra organizada del fútbol salteño. Su impronta fue tan fuerte que años después, los hinchas decidieron bautizar la hinchada con su nombre: “La Barra del Negro Siares”. No se trataba solo de alentar, sino de construir comunidad, identidad y pasión.
Uno de los momentos más recordados fue la histórica caravana de 1983 al Torneo Nacional, cuando Juventud enfrentó a San Lorenzo en la cancha de Vélez. Más de diez colectivos partieron desde Salta, encabezados por él. Una hazaña que aún se comenta entre los fieles del Santo.
Pero la figura del Negro Siares trascendió la tribuna. Con el regreso de la democracia, se sumó a la militancia peronista, acompañando al entonces gobernador Roberto Romero por toda la provincia. Años más tarde llegó al Concejo Deliberante de Salta, donde potenció su rol como referente comunitario.
Desde la Fundación Sentimiento, que presidió hasta sus últimos días, organizó campañas sociales, actividades barriales y proyectos para mejorar la vida de vecinos y vecinas. Sin embargo, su legado más sabroso —literalmente— es el Concurso de la Empanada del barrio Castañares.
Creado como una promesa a su madre y a Romero, este tradicional evento gastronómico se convirtió en una fiesta popular que convoca a cientos de familias, puestos de comida y turistas. “Aquí más de 100 puesteros encuentran una fuente de trabajo”, decía orgulloso.
El Negro no era solo una figura del fútbol. Era un símbolo de pertenencia, un vecino que conocía a todos y que siempre estaba dispuesto a ayudar. Su nombre está ligado a la historia viva de Salta, de esas que no se escriben solo en libros, sino en paredes, canchas y plazas.
El exjugador Hugo Lamadrid recordó una anécdota que refleja la esencia de Siares: cuando volvió al estadio de Juventud con la camiseta de Quilmes, creyó que lo venían a increpar desde la popular. En cambio, le regalaron una camiseta del Santo firmada por los integrantes de la Barra del Negro Siares. “Ese gesto no lo olvidé nunca”, escribió.
Sus restos fueron velados en la madrugada del sábado 2 de agosto en la sala velatoria Pieve, en calle San Luis, hasta las 17 horas. Decenas de vecinos, hinchas, amigos y familiares se acercaron a darle el último adiós.