La serie sobre la vida de Carlos Menem no solo reavivó el interés por la figura del expresidente argentino, sino que también trajo consigo revelaciones inesperadas. Una de ellas fue la confesión de Graciela Alfano, quien sorprendió al público al recordar su romance con el caudillo riojano y compartir detalles íntimos de su vínculo, que hasta ahora permanecía en las sombras.
Durante su participación en el programa Puro Show, Alfano fue consultada sobre su relación con Menem en los años 90. Con su estilo directo y sin filtros, la exvedette confirmó que mantuvo un romance con el entonces presidente, aunque aclaró que “no fue por poder”, sino por una atracción personal. “Me enamoró cuando era el caudillo con patillas, me daba una cosa riojana que venía con las boleadoras… un show mío en mi cabeza”, confesó, dejando en claro que lo que la sedujo fue la fantasía de ese personaje previo a la presidencia.
La relación, según Alfano, duró entre seis y siete meses y estuvo marcada por encuentros clandestinos, adrenalina y una dinámica poco convencional. “Nos encontrábamos en un barco en el medio del Río de la Plata”, recordó, revelando que incluso el jefe de la SIDE de ese momento se preocupaba por cómo ocultar el vínculo. “Me divertía todo eso, esa parafernalia. Cómo llegar, que nadie se entere. Era fabuloso. Y después ya me aburrí”, agregó con sinceridad.
Uno de los momentos más llamativos de la entrevista fue cuando Alfano contó que Menem le propuso ser primera dama tras separarse de Zulema Yoma. Sin embargo, ella rechazó la oferta sin titubeos: “En ese momento la fidelidad no era mi fuerte. Estaba casada con un funcionario de él, que además era uno de los hombres más ricos de la Argentina. Y tenía dos hijos. Le dije: ‘¿Qué hago con vos? Yo no te necesito’”.
Alfano también destacó que, incluso en ese contexto, ella tenía el control de la relación. “Él me proponía cosas y yo se las cancelaba. Le pedía otras. Quiero acá y allá. Yo ya tenía mi poder, porque siempre fui una mujer empoderada”, afirmó, dejando en claro que no se dejaba llevar por el protocolo ni por el poder político.
