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Un profesor argentino de crossfit se fue a Nueva Zelanda y ahora tiene un trabajo impensado

A los 25 años, Fernando Dorsch dio un vuelco radical en su vida y planteó cuáles son las 5 claves que deben considerar quienes quieran emprender una aventura similar.

Un profesor argentino de crossfit se fue a Nueva Zelanda y ahora tiene un trabajo impensado

“Nunca pensé trabajar como albañil”, asegura Fernando Dorsch, un argentino de 25 años que llegó a Nueva Zelanda en mayo de este año y que emprendió una nueva vida, muy distinta a la que llevaba en su Concepción del Uruguay natal.

Desde su reciente experiencia, además, se anima a darles consejos a aquellos que quieran emigrar al país que por estos días alberga el Mundial femenino.

Este profesor universitario de educación física que en Entre Ríos trabajaba en un gimnasio de crossfit y en otro de musculación, y que también hacía tareas de manera remota para una empresa liquidadora de siniestros por su título de perito electromecánico con orientación electrónica, ya había tomado hace un tiempo la idea de irse a vivir al exterior.

Primero probó suerte en México. En 2022 vendió todo (auto, moto y muebles) y se fue junto a su pareja a Playa del Carmen. Luego de nueve meses regresó a la Argentina y aplicó para una visa Working Holiday en Nueva Zelanda. Una vez aprobado el documento, emprendió una nueva aventura.

Fernando aterrizó en Auckland en mayo de este año. Unas semanas después se mudó a Hamilton. Su primer trabajo fue en una panificadora y le duró tan solo una noche: consistía en embolsar los productos y controlar los hornos. Luego pasó a una empresa que recibía containers de todas partes del mundo y allí todo su turno consistía en descargar las cajas y colocarlas en pallets.

Hace cerca de un mes el entrerriano entró en una empresa familiar que está en franco crecimiento y que se dedica a la construcción de juegos infantiles en parques. “Yo tengo conocimiento del uso de herramientas. Me defendí por ese lado”, detalló.

“Ahora hago pozos a las 7 de la mañana con temperaturas bajo cero”

En este nuevo trabajo, Fernando a veces tiene que viajar para cumplir tareas en otras ciudades. “Podemos ir solo por el día o por la semana completa. Te pagan un hospedaje muy bueno y la comida. Los empleados más viejos tienen una tarjeta corporativa de la empresa: van al supermercado y cada uno se compra lo que quiere, no hay límites y se puede comprar hasta cerveza”, explicó.

Pozos a las siete de la mañana con carretillas con concreto. Antes trabajaba en gimnasios o desde la cama con mi computadora y ahora estoy con un grado bajo cero de temperatura haciendo pozos o con la maza clavando estacas”, destacó este joven a quien la empresa pronto comenzará a pagarle el seguro médico y el abono del teléfono.

Fanático del rugby, Fernando cuenta orgulloso que hace unos días ya pudo comprarse su primer auto: “Es un Honda modelo 2005. En la Argentina no hubiésemos podido con nuestros trabajos. Me salió 4 mil dólares neozelandeses (unos 3 mil dólares estadounidenses), la mitad de lo que sale allá”.


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