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Cultura e identidad

El Museo Memorias Oranenses abrió su tercera edición en plena semana de festejos

La muestra, que se exhibe en la Casa del Bicentenario, reúne objetos, relatos y fotografías que rescatan la historia viva de Orán.

El Museo Memorias Oranenses abrió su tercera edición en plena semana de festejos

En el marco de las celebraciones patronales y fundacionales de San Ramón de la Nueva Orán, este lunes quedó inaugurada la tercera edición del Museo Memorias Oranenses, un espacio cargado de emoción y memoria que propone redescubrir la historia local desde una mirada colectiva y profundamente afectiva.

La muestra está ubicada en la Casa del Bicentenario —Belgrano y Yrigoyen— y permanecerá abierta hasta el viernes 29 de agosto, en doble turno: de 9 a 13 y de 16 a 23 horas. Vecinos, familias, estudiantes y turistas pueden recorrer libremente una exposición que se consolida como una de las propuestas culturales más significativas del norte salteño.

El museo reúne objetos personales, fotografías antiguas, documentos, grabaciones radiales, recuerdos deportivos, carnavalescos y hasta publicitarios, todos aportados por oranenses que decidieron compartir parte de su historia. Esta iniciativa comunitaria se presenta no solo como un registro del pasado, sino como un puente entre generaciones.

Con un enfoque cálido y cercano, cada rincón del museo invita a la nostalgia, al orgullo y al reconocimiento. Se destacan sectores dedicados a los bomberos voluntarios, escritores locales, figuras del deporte y pioneros de la radio. También hay homenajes a personalidades queridas de la ciudad, como el primer publicista de Orán, cuya memoria se rescata a través de afiches y objetos originales.

El proyecto, impulsado desde su origen por Mónica Isaurralde, nació con el objetivo de preservar el patrimonio oral, gráfico y sentimental de la comunidad. Hoy, con el respaldo del municipio y el compromiso de vecinos que siguen sumando materiales año tras año, el museo se fortalece como un faro cultural en el norte salteño.

La propuesta se aleja del formato tradicional de museo. Acá no hay vitrinas inalcanzables ni discursos académicos. Cada objeto cuenta una historia real, cercana, vivida. Y eso genera una experiencia distinta, íntima, donde cada visitante puede sentirse parte.

 


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