Lanús volvió a escribir una página dorada en su historia y en la del fútbol argentino. Este sábado, en una final cargada de nervios, tensión y poco juego, el conjunto bonaerense se consagró campeón de la Copa Sudamericana 2025 al derrotar a Atlético Mineiro por 5-4 en una definición por penales que tuvo todos los condimentos. El duelo, disputado en el estadio Defensores del Chaco en Asunción, terminó 0-0 luego de 120 minutos de un partido trabado, con escasas situaciones claras y un clima propio de las grandes citas internacionales.
El héroe de la noche fue sin dudas el arquero Nahuel Lospennato, quien se agigantó en la tanda final y atajó tres disparos fundamentales, incluido uno al histórico Hulk, el emblema del conjunto brasileño. Su actuación fue determinante para inclinar la serie a favor del Granate en una final que se había mostrado pareja de principio a fin. La precisión de los ejecutantes argentinos y la serenidad del arquero en el momento decisivo sellaron la gloria para el equipo dirigido por un plantel que supo sostenerse en los momentos más complejos del torneo.
Para Lanús, este título tiene un sabor especial. No solo porque representa la segunda Copa Sudamericana de su historia —la primera llegó en 2013— sino porque lo ubica entre los pocos clubes del continente que lograron repetir la coronación en esta competición. Hasta ahora, apenas cinco instituciones lo habían conseguido, entre ellas dos pesos pesados del fútbol argentino como Boca Juniors e Independiente. El logro eleva aún más el prestigio del conjunto del sur bonaerense y reafirma su identidad como uno de los clubes más competitivos del país en torneos internacionales.
El partido en sí tuvo poco brillo. Tanto Lanús como Atlético Mineiro mostraron cautela extrema, priorizando el orden defensivo por encima del ataque. Los primeros 90 minutos fueron un intercambio de intentos aislados, sin movimientos decisivos en las áreas. En el tiempo suplementario, el cansancio acentuó la falta de precisión, pero el Granate supo sostenerse desde la solidez de su última línea, evitando que los brasileños generaran riesgos serios. Esa resistencia fue clave para llegar a los penales con la certeza de que el arquero podía hacer la diferencia.
La tensión en la tanda desde los doce pasos dejó al público al borde del infarto. El equipo argentino convirtió cinco de sus remates, mostrando frialdad en un contexto donde cualquier error podía significar la derrota. Lospennato, en cambio, se encargó de desnivelar la pulseada: adivinó recorridos, contuvo remates decisivos y terminó transformándose en la figura indiscutida del encuentro. Su actuación quedará grabada entre las grandes noches de arqueros argentinos en torneos continentales.
El festejo de los hinchas granates se extendió más allá de Asunción. En Buenos Aires, la alegría explotó en La Fortaleza y en todo el sur del Conurbano, donde miles de simpatizantes siguieron la final con nerviosismo hasta el último penal. Con este nuevo título, Lanús confirma que su crecimiento institucional y deportivo no fue casualidad. La coherencia en el trabajo dirigencial, la apuesta por juveniles y la capacidad para competir de igual a igual ante gigantes de Sudamérica le permiten hoy celebrar un logro que fortalecerá su presencia internacional.
Más allá de lo estrictamente deportivo, el triunfo también tiene relevancia para el fútbol argentino en general. En un contexto donde muchas veces se discute la competitividad regional, la conquista de Lanús aporta un nuevo trofeo a las vitrinas del país y reafirma la tradición de los equipos argentinos en competencias continentales. La Sudamericana vuelve a quedarse en Argentina, sumando prestigio y renovando la ilusión de los clubes que año tras año buscan proyectarse más allá de las fronteras locales.
Para Atlético Mineiro, la derrota representa un golpe duro. El conjunto brasileño llegó como favorito, con figuras de renombre y una campaña sólida, pero no logró imponer su juego ante un rival que se mostró compacto y convencido de su plan. La frustración se acentuó con la atajada de Lospennato a Hulk, una imagen que ya recorre el continente como símbolo del temple granate.
Lanús, por su parte, inicia ahora una nueva etapa de celebraciones y reconocimiento. La Copa Sudamericana 2025 ya está en sus vitrinas y, con ella, el prestigio de haber superado a uno de los equipos más poderosos del continente. La consagración no solo premia el esfuerzo de un plantel que supo reinventarse, sino que coloca al club en un lugar de privilegio dentro del fútbol sudamericano.
El Granate es campeón nuevamente. Camina con autoridad entre los mejores equipos del continente y lo hace sustentado en una identidad clara: solidez, trabajo y una convicción inquebrantable en partidos donde la historia se define en un segundo. Con el título en la mano, la fiesta recién comienza para Lanús y para todo el fútbol argentino, que suma otro capítulo de gloria en los escenarios internacionales.