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Compró arañas exóticas por internet, lo picó una y murió

Un hombre británico falleció tras ser mordido por una araña venenosa adquirida por internet. El caso expone la falta de controles en la compraventa de especies peligrosas.

Compró arañas exóticas por internet, lo picó una y murió

Lo que empezó como una curiosidad terminó en tragedia. Mark Anthony Kirby, un británico de 38 años, murió el pasado 2 de agosto en la localidad inglesa de Prescot luego de ser mordido por una de las arañas venenosas que había comprado por internet. Su caso generó conmoción en Europa, pero también encendió luces de alerta en países como Argentina, donde la venta de animales exóticos sin control viene creciendo, incluso en provincias como Salta.

Kirby había desarrollado recientemente un interés por los arácnidos, al punto de adquirir cinco ejemplares a través de una plataforma online. No tenía licencia, ni conocimientos específicos sobre el manejo de especies venenosas. Simplemente las pidió, las recibió en su domicilio, y empezó a criarlas como si se tratara de mascotas convencionales. Pocos días después, una de esas arañas lo mordió. Aunque al principio restó importancia a los síntomas, su estado de salud fue empeorando con el correr de los días.

El desenlace fue desgarrador. Durante una semana entera, Kirby soportó fiebre, dolores corporales, fatiga y problemas para respirar. Según trascendió, se negó a ir al hospital pese a las advertencias de su entorno. Fue recién cuando los síntomas se volvieron insoportables que pidió ayuda a una mujer cercana, quien vivía en las inmediaciones de su departamento. Pero ya era tarde: el hombre colapsó antes de que llegaran los paramédicos y falleció en su domicilio.

La muerte fue atribuida a una reacción tóxica tras la mordedura de una de las arañas que mantenía en cautiverio. Si bien resta determinar con precisión qué especie fue la causante, el caso dejó en evidencia un problema que va más allá de lo individual: la facilidad con la que hoy se pueden adquirir animales peligrosos en internet, sin controles, sin licencias, y sin ningún tipo de seguimiento.

Este fenómeno, que parece lejano por haberse originado en el Reino Unido, tiene un eco inquietante en Argentina. En provincias como Salta, donde conviven especies nativas de alto riesgo con otras que ingresan de manera ilegal, especialistas en conservación y ambientalistas vienen advirtiendo sobre el crecimiento de un mercado negro de fauna silvestre. A través de redes sociales, grupos de mensajería y sitios web poco regulados, se ofrecen todo tipo de animales, desde serpientes hasta tarántulas, sin cumplir con las normativas vigentes.

En el caso de los arácnidos, si bien muchas especies no representan un peligro real, existen algunas que pueden provocar reacciones graves en personas alérgicas o sin atención médica inmediata. En el NOA, por ejemplo, es común encontrar ejemplares de Loxosceles laeta, conocida popularmente como “araña del rincón”, cuya mordedura puede causar desde necrosis en la piel hasta fallas sistémicas en casos extremos. A esto se suma la posible introducción de especies exóticas que, como ocurrió en el Reino Unido, terminan generando situaciones difíciles de controlar.

El caso de Kirby también evidencia otro problema: la falta de información. Ni él ni su entorno sabían cómo actuar frente a una mordedura de araña venenosa. No buscó atención médica, no recibió antídoto ni tratamiento específico. En una sociedad donde abunda la venta libre de especies peligrosas, la ausencia de campañas de prevención puede ser letal.

En Argentina, la ley nacional de fauna prohíbe la comercialización de especies nativas sin autorización, pero en la práctica hay una zona gris que se aprovecha para la compraventa de ejemplares exóticos. Plataformas de venta online, redes sociales y hasta grupos privados son utilizados como canales para una actividad que se mueve en los márgenes de la legalidad.

Lo ocurrido en Inglaterra no es un hecho aislado: es un reflejo de los tiempos que corren. En una época en la que todo parece estar al alcance de la mano, incluso la naturaleza más letal puede terminar en una caja, enviada por correo, lista para abrir. Y cuando esa caja se abre sin saber lo que hay dentro, las consecuencias pueden ser irreversibles.

Es necesario repensar el modo en que se regula la tenencia de animales exóticos. No alcanza con prohibir la venta: hace falta fiscalización activa, campañas de concientización, y un marco legal que se adapte a las nuevas realidades del comercio online. El caso de Kirby sirve como advertencia. No se trata solo de un episodio insólito ocurrido en Europa, sino de una alerta global sobre los riesgos de jugar con lo desconocido.


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