La policía francesa logró finalmente detener al cuarto y último sospechoso del millonario robo de joyas históricas en el Museo del Louvre, un hecho que desde octubre mantiene en vilo a las autoridades europeas por la magnitud del botín y la precisión con la que fue ejecutado el golpe. El operativo se realizó en Laval, en el departamento de Mayenne, donde agentes especializados lograron ubicar al prófugo tras semanas de seguimiento.
El detenido, originario de Aubervilliers, fue trasladado de inmediato a la sede de la policía judicial de París. Enfrenta acusaciones por “robo organizado” y “conspiración criminal”, dos figuras que en Francia son consideradas especialmente graves cuando se trata de ataques al patrimonio cultural. Con su captura, la brigada investigadora da por cerrado el núcleo del grupo que ingresó el 19 de octubre a la Galería Apolo del Louvre y se llevó piezas valuadas en alrededor de 100 millones de dólares.
La investigación también derivó en la aprehensión de otras tres personas —un hombre y dos mujeres— que no habrían participado directamente del golpe, pero cuyo rol aún se encuentra bajo análisis. Su relación con la banda no fue confirmada, aunque la simultaneidad de los procedimientos despertó expectativas sobre posibles vínculos secundarios o redes de apoyo logístico.
Un asalto planificado al detalle
El robo al Louvre sorprendió por su modalidad. De acuerdo con la reconstrucción oficial, cuatro hombres entraron al museo cerca de las 9.30 de la mañana utilizando un montacargas interno para evitar los accesos más vigilados. Dos de ellos llevaban chalecos amarillos para simular tareas de mantenimiento, una maniobra que les permitió moverse sin levantar alarma en pleno horario laboral.
Ya dentro de la Galería Apolo, rompieron varias vitrinas reforzadas y se apoderaron de joyas pertenecientes a la corona francesa. Luego escaparon en scooters de alta potencia, previamente ubicados para asegurar una salida rápida del centro de París. El recorrido y la velocidad con la que actuaron llevaron a los investigadores a sospechar desde el inicio que se trataba de un golpe minuciosamente estudiado.
La primera pista firme llegó con el hallazgo de ADN en una de las vitrinas rotas. Ese rastro permitió identificar a Abdoulaye N., conocido en redes como “Doudou Cross Bitume”, un joven con antecedentes por robo agravado que trabajaba como chofer. El sospechoso reconoció su intervención, aunque aseguró que actuó por encargo de personas a las que no quiso nombrar.
Sus presuntos cómplices también tenían historial delictivo. Uno de ellos acumulaba once condenas previas por robos, episodios de violencia e infracciones de tránsito. Todos vivían en la misma zona de Seine-Saint-Denis, un dato que reforzó la idea de que se trataba de un grupo local sin vínculos directos con organizaciones criminales de renombre, pero con capacidad para realizar golpes de alta complejidad.
El botín y las piezas perdidas
Entre los objetos robados había diademas, broches y collares de enorme valor histórico. La joya más emblemática del botín —la corona de la emperatriz María Eugenia— apareció posteriormente rota y abandonada en la ruta utilizada por los ladrones. Este hallazgo generó especulaciones: algunos sostienen que fue descartada por la presión del operativo policial; otros, que formó parte de una estrategia para desviar la atención de las piezas que sí buscaban trasladar fuera del país.
Por el momento, no se informó oficialmente la recuperación total del botín, una cuestión que mantiene en alerta a las autoridades francesas, conscientes del impacto cultural y simbólico que la pérdida de estas piezas tendría para el país.
Señalamientos y reformas en el Louvre
El golpe también destapó cuestionamientos sobre la seguridad del museo más visitado del planeta, que recibe millones de turistas cada año. Un informe reciente del Tribunal de Cuentas criticó que la administración priorizara acciones de alto impacto visual por encima de la protección del patrimonio, señalando un deterioro preocupante en las medidas de resguardo.
Ante esa situación, el presidente Emmanuel Macron anunció un proyecto de modernización integral que incluye la reconfiguración de accesos, una sala exclusiva para la Mona Lisa y un aumento en las tarifas para turistas no europeos. La iniciativa busca reforzar la seguridad y actualizar la estructura del museo, una demanda que ganó peso tras el robo.
Una investigación que aún no está cerrada
Si bien la detención del cuarto integrante marca un hito clave, la investigación continúa. Las autoridades buscan determinar si existieron financiadores externos o contactos internacionales que hayan participado en la planificación. La hipótesis de que la banda recibía instrucciones desde fuera de Francia sigue siendo una de las líneas principales.
Para Francia, recuperar todas las joyas sigue siendo un objetivo prioritario. Para el Louvre, un desafío que afecta no solo su seguridad, sino también su imagen como institución encargada de custodiar un patrimonio que forma parte de la identidad cultural europea.
La detención del último sospechoso cierra una etapa, pero abre nuevas preguntas sobre cómo se gestó uno de los robos más resonantes de los últimos tiempos y hasta dónde se extendía la red detrás de un golpe que, pese a su audacia, terminó desbaratado en apenas semanas.
