En Venezuela, la supervivencia política de Nicolás Maduro está directamente ligada a una organización criminal que se fortaleció en paralelo al avance del chavismo: el Cartel de los Soles. Lo que nació en los años 90 como una estructura incipiente en el seno de las fuerzas armadas, se transformó en una red internacional del narcotráfico que hoy sostiene al régimen y garantiza su permanencia, incluso frente al rechazo creciente de la población y a las denuncias de fraude electoral.
Sobre Maduro pesa una recompensa de 50 millones de dólares ofrecida por Estados Unidos, acusado de encabezar una maquinaria que combina poder político, militar y delictivo. Lejos de ser un actor marginal, el Cartel de los Soles se consolidó como un engranaje central del chavismo, al punto de condicionar las decisiones institucionales y electorales del país.
De un aparato militar a una multinacional narco
El Cartel de los Soles se gestó hacia 1993, pero su verdadero crecimiento llegó con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. Desde entonces, se sistematizó el uso de infraestructura estatal y militar para el tráfico de cocaína: aeropuertos, puertos marítimos, aeronaves oficiales y vehículos de las fuerzas armadas se pusieron al servicio del negocio ilícito.
El negocio, en un principio tolerado a cambio de sobornos, terminó por incorporar a las máximas autoridades del chavismo como socios activos. Bajo el amparo de Chávez primero y de Maduro después, la red se expandió hacia el Caribe, Centroamérica, África, Medio Oriente y Europa. El esquema militar venezolano se convirtió en el soporte logístico que permitió forjar vínculos con organizaciones criminales de la región, entre ellas las FARC y el ELN en Colombia, y el Cartel de Sinaloa en México.
La estructura del poder narco-chavista
Con el paso de los años, el Cartel de los Soles dejó de ser solo un grupo dentro de las fuerzas armadas para transformarse en una organización con ramificaciones en todos los niveles del Estado. Generales de alto rango de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), con Vladimir Padrino López como figura visible, fueron señalados como actores centrales. También aparecen nombres del círculo íntimo de Maduro, como Diosdado Cabello, Cilia Flores y los llamados narcosobrinos.
Los organismos de inteligencia, sectores del Poder Judicial y empresarios ligados al chavismo también forman parte del engranaje. Esta trama asegura impunidad, financiamiento y control territorial. Hoy, cada movimiento político del régimen, desde la designación de jueces hasta la organización de elecciones, responde también a las necesidades de esta red narco.
Elecciones como herramientas de control
Las últimas elecciones municipales en Venezuela, celebradas el 27 de julio de 2025, reflejaron cómo el chavismo utiliza el sistema electoral para reforzar sus territorios estratégicos. Tras el fraude en las presidenciales de 2024, que le arrebató la victoria a Edmundo González, las municipales se convirtieron en un mecanismo de validación territorial más que en una expresión democrática.
El oficialismo se quedó con 285 de las 335 alcaldías en disputa, asegurando puntos fronterizos esenciales para las rutas del narcotráfico. La mayoría de los candidatos opositores fueron detenidos o inhabilitados meses antes, lo que garantizó al chavismo un triunfo sin resistencia real.
Una red internacional del crimen
El Cartel de los Soles no solo trafica cocaína. Su diversificación incluye contrabando de armas, lavado de dinero y alianzas con grupos narcoterroristas como el Tren de Aragua. Su rol actual es el de facilitador de rutas: provee logística, protección y acceso a corredores estratégicos a carteles extranjeros que operan en América Latina y más allá.
Con el colapso económico, millones de venezolanos emigraron en busca de mejores condiciones de vida, mientras el poder de esta organización narco se multiplicó. La paradoja es evidente: a medida que la crisis social se profundizaba, el régimen consolidaba un esquema de negocios ilegales que hoy le permite mantenerse en pie frente al aislamiento internacional.