En medio de un clima regional cada vez más cargado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, volvió a apelar a la movilización civil como respuesta a lo que considera una amenaza directa de Estados Unidos. Este fin de semana anunció una nueva jornada nacional de alistamiento para reforzar la Milicia Nacional Bolivariana, una estructura de defensa compuesta por civiles voluntarios.
La decisión llega luego del despliegue de buques estadounidenses en el Caribe, una acción enmarcada en una supuesta ofensiva contra el narcotráfico. Desde Caracas, sin embargo, interpretan este movimiento como un acto de provocación e intimidación, y acusan a Washington de buscar desestabilizar al país con fines políticos.
Maduro señaló que la convocatoria se realizará los días 29 y 30 de agosto, como continuidad del proceso iniciado el fin de semana pasado, cuando —según sus palabras— los centros de inscripción fueron desbordados por la afluencia de ciudadanos. A través de un mensaje en su canal de Telegram, el mandatario aseguró que esta iniciativa busca fortalecer un “sistema defensivo territorial” frente a una amenaza que definió como “imperialista”.
La Milicia Nacional Bolivariana fue creada en 2009 durante el gobierno de Hugo Chávez, y forma parte del aparato militar de Venezuela, aunque está compuesta por civiles. Su rol, muchas veces cuestionado por la oposición y por organismos internacionales, ha cobrado mayor protagonismo en los últimos años, especialmente en contextos de tensión política o crisis institucional.
El despliegue militar de EE.UU. se produce luego de que la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmara que su país está preparado para “utilizar todo su poder” con el objetivo de frenar el tráfico de drogas hacia su territorio. Esto incluiría la presencia de buques y soldados en aguas cercanas a Venezuela, lo que provocó una inmediata reacción por parte del gobierno de Maduro.
Desde el oficialismo venezolano, se insiste en que el reclutamiento es voluntario y no implica una movilización militar directa. No obstante, la oposición sostiene que se trata de una maniobra política para alimentar el relato de amenaza externa, y denuncian que la participación ciudadana es mucho menor a la que informa el gobierno. La dirigente opositora María Corina Machado incluso llamó a desobedecer la convocatoria y afirmó que muchas plazas de reclutamiento estuvieron vacías.
En paralelo, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, bajó el tono y remarcó que no se trata de una guerra inminente, sino de una estrategia preventiva. Aun así, el discurso oficial sigue apuntando a reforzar el sentimiento nacionalista y el enfrentamiento simbólico con Estados Unidos.
El avance de fuerzas militares en el Caribe vuelve a poner en primer plano los conflictos históricos por el control e influencia en la región. Esta vez, con una narrativa de lucha contra el narcotráfico que esconde intereses más profundos. Mientras tanto, en las calles de Venezuela, reina la incertidumbre: unos responden al llamado, otros desconfían. El tablero está en movimiento y América Latina observa con atención.