La semana pasada tuvo lugar en Suiza la reunión mundial más relevante en políticas antitabaco: la 11ª Conferencia de las Partes (COP11) del convenio de control del tabaco de la OMS.
Pero lejos de ofrecer transparencia y debate científico, la conferencia volvió a mostrar sus viejos problemas: sesiones cerradas, ausencia de prensa y un enfoque prohibicionista que ignora las alternativas menos dañinas al cigarrillo.
Durante varios días, delegaciones de más de 180 países discutieron nuevas restricciones sobre los cigarrillos y los productos de nicotina como el vapeo, el tabaco calentado y las bolsitas de nicotina. Sin embargo, a diferencia de ediciones anteriores, varios países se atrevieron a desafiar el discurso oficial y defendieron la reducción de daños como una estrategia clave para salvar vidas y disminuir el tabaquismo.
Antes de que comenzara la COP, la World Vapers’ Alliance (WVA) llevó a Ginebra la campaña global “Voices Unheard – Consumers Matter!”, proyectando mensajes en la fachada del edificio donde iba a celebrarse la reunión. El objetivo era claro: recordarle a la OMS que millones de exfumadores abandonaron el cigarrillo gracias al vapeo, pero siguen siendo excluidos del debate internacional.
Alberto Gómez Hernández, policy manager de la World Vapers’ Alliance, comentó: “Es imposible diseñar políticas antitabaco ignorando a quienes ya dejaron de fumar gracias a alternativas menos dañinas. Nuestra campaña buscó recordarle a la OMS que los consumidores existen y deben ser escuchados”.
Mientras la OMS mantenía las puertas cerradas, esa intervención dejó en evidencia una contradicción difícil de justificar: no se puede regular el futuro de la nicotina sin escuchar a quienes la consumen.
En paralelo, tuvo lugar la Good COP 2.0, un foro alternativo organizado por expertos independientes, médicos, organizaciones de consumidores y académicos que presentaron la evidencia científica que la OMS evita discutir: los países que regulan el vapeo —como Reino Unido, Nueva Zelanda o Suecia— han logrado reducir el tabaquismo a niveles históricos, mientras que las prohibiciones solo fortalecen el mercado negro y ponen en riesgo a los consumidores.
Uno de los expertos que participaron en el evento, el doctor argentino Diego Joaquín Verrastro, comentó: “La evidencia científica demuestra lo que la OMS no quiere reconocer: que las alternativas sin combustión reducen el daño y salvan vidas. Seguir apostando por la prohibición es irresponsable y el gobierno argentino debe cambiar su postura sobre el vapeo”.
El contraste entre ambos espacios fue evidente. Mientras la OMS insistía en más restricciones, la ciencia, los datos y la experiencia internacional apuntaban en la dirección contraria.
Dentro del plenario oficial, por primera vez en años, surgieron voces disidentes. Delegaciones como las de Nueva Zelanda, Serbia, Macedonia del Norte, Albania, Mozambique, Gambia y San Cristóbal y Nieves reclamaron seguir la evidencia científica e incluir la reducción de daños en la estrategia global; y advirtieron que la prohibición no detiene el consumo, solo lo traslada al mercado informal.
Además del debate técnico, hubo un intento de última hora de introducir una propuesta que buscaba prohibir de manera casi total los productos de nicotina sin combustión, incluido el vapeo. Pero varios países europeos como Italia, Polonia y Grecia se opusieron con firmeza, argumentando que una prohibición generalizada sería contraproducente, dañaría las estrategias de reducción de daños y alimentaría el mercado negro. Ese rechazo inicial abrió la puerta para que otras delegaciones también se animaran a cuestionar la línea prohibicionista de la OMS.
La presión tuvo efecto: no hubo consenso y las medidas más duras propuestas por la OMS no pudieron aprobarse. La reducción de daños dejó de ser un tema marginal y pasó a ser una posición con creciente respaldo internacional.
Argentina: una oportunidad para dejar atrás el prohibicionismo
Mientras en Ginebra se abría paso este debate global, Argentina continúa atrapada en una política fracasada. La prohibición total del vapeo que ha generado exactamente lo que tantas delegaciones denunciaron en la COP: un mercado negro sin control, mayor riesgo para los consumidores y facilidad de acceso para los menores.
La campaña Vapeo Responsable, impulsada por la WVA y respaldada por más de 15.000 firmas, busca corregir ese rumbo. Su objetivo es claro: que Argentina adopte una regulación moderna, que garantice calidad y seguridad, impida la venta a menores y permita a los adultos acceder a alternativas menos dañinas que el cigarrillo.
Lo ocurrido en Suiza refuerza este mensaje. La ciencia avanza, el mundo debate, y las políticas prohibicionistas empiezan a resquebrajarse. La pregunta ahora es si Argentina elegirá seguir el ejemplo internacional o continuar sosteniendo una prohibición que nadie respeta y que no protege a nadie.
Argentina tiene hoy una oportunidad única de ponerse del lado de la evidencia, la libertad y la salud pública.