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Trump impulsa una salida negociada a la guerra en Ucrania y plantea una cumbre con Putin y Zelenski

El presidente estadounidense propone un acuerdo de paz duradero.

Trump impulsa una salida negociada a la guerra en Ucrania y plantea una cumbre con Putin y Zelenski

En un escenario internacional marcado por la incertidumbre, Donald Trump volvió a posicionarse como una figura central en el tablero geopolítico. Desde Washington, y en el marco de una cumbre que reunió a varios líderes europeos, el republicano recibió al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, con quien compartió una serie de declaraciones que rápidamente dieron la vuelta al mundo. El objetivo: avanzar hacia una resolución definitiva del conflicto con Rusia, incluso sin un alto el fuego previo.

Trump, que había mantenido días antes una reunión cara a cara con Vladimir Putin en Alaska, utilizó el inicio del encuentro con Zelenski para dejar en claro su postura: la guerra tiene que terminar. Y no sólo eso, sino que reveló detalles íntimos de la implicancia de su entorno familiar en el tema, mencionando una carta que su esposa, Melania, envió a Moscú con intenciones pacificadoras.

“Ella no soporta ver lo que está pasando con las familias, especialmente con los niños. Le duele el sufrimiento y quiso hacer algo para tratar de acercar posiciones”, explicó el exmandatario en relación a la misiva, que habría sido enviada directamente al Kremlin.

Lejos de quedarse en lo simbólico, Trump fue más allá: planteó la posibilidad concreta de una cumbre trilateral entre él, Putin y Zelenski, que podría realizarse “hoy mismo” si las condiciones lo permiten. “Amo a los ucranianos, pero también a los rusos”, dijo, en un intento por posicionarse como puente entre ambas partes, algo que hasta ahora ningún otro líder occidental ha logrado consolidar.

Según su análisis, no es necesario esperar una tregua formal para comenzar a negociar. “Yo resolví seis conflictos sin alto el fuego. Entiendo que frenar los combates suena ideal, pero también puede significar una ventaja táctica para uno u otro bando. Se puede buscar un acuerdo aún con la guerra activa”, explicó con tono firme.

Esa declaración, aunque polémica, marca una diferencia sustancial respecto a la posición tradicional de buena parte de Europa, que insiste en la necesidad de una pausa humanitaria como punto de partida. Pero Trump se muestra convencido: prefiere un avance concreto hacia la paz antes que una tregua que, según él, sólo sirve para que los ejércitos se reorganicen.

En paralelo, el líder republicano también adelantó que mantendrá conversaciones con ocho jefes de Estado europeos para coordinar la ayuda a Ucrania en materia de seguridad. “Europa está en la primera línea, por eso va a tener un rol principal, pero Estados Unidos no va a mirar para otro lado”, señaló, dejando entrever que su eventual regreso a la presidencia traería una nueva dinámica en el manejo del conflicto.

Zelenski, por su parte, llegó a la capital estadounidense tras haber mantenido una ronda de contactos con figuras clave del escenario internacional. Se reunió con los líderes de Finlandia, el Reino Unido, Italia, así como con representantes de la Unión Europea y de la OTAN, con el objetivo de unificar criterios frente a la creciente presión militar rusa en el este de su país.

Durante esos encuentros, el presidente ucraniano expresó la disposición de su gobierno a alcanzar una tregua real y avanzar hacia una “nueva arquitectura de seguridad” que le permita a Ucrania mantener su integridad territorial sin depender permanentemente del auxilio militar extranjero.

Aunque la situación en el terreno sigue siendo tensa, el tono de los discursos y las gestiones diplomáticas de los últimos días muestran una leve pero significativa apertura hacia la negociación. El hecho de que Trump haya decidido involucrarse personalmente en estas gestiones refuerza la expectativa de que se está gestando un posible giro en el conflicto, especialmente si se concreta el anunciado encuentro a tres bandas.

En este contexto global tan convulsionado, el rol de figuras políticas con peso internacional —como Trump, Putin y Zelenski— resulta decisivo. Las decisiones que se tomen en Washington o Moscú repercuten, tarde o temprano, en mercados, políticas y realidades cotidianas del interior profundo de Argentina.

Aunque no se esperan anuncios inmediatos, la posibilidad de un acuerdo que ponga fin a uno de los conflictos más sangrientos de la última década está sobre la mesa. Y si bien hay muchas incógnitas todavía abiertas, el hecho de que se estén dando pasos concretos hacia un diálogo directo es, al menos, una señal de esperanza.


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