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ACUSADO DE ABUSOS

Ginecólogo acusado por más de diez mujeres pide disculpas y provoca malestar en plena audiencia

El médico negó los hechos y habló por primera vez ante el tribunal, en medio de un clima de fuerte tensión dentro y fuera de los tribunales de Lomas de Zamora.

Ginecólogo acusado por más de diez mujeres pide disculpas y provoca malestar en plena audiencia

El juicio contra el ginecólogo Diego Javier Clementi, señalado por más de diez mujeres por distintos hechos de abuso sexual durante consultas médicas, tuvo un giro significativo cuando el profesional decidió declarar ante el tribunal. A casi dos meses del inicio del debate oral, el médico de 57 años rompió el silencio y se proclamó inocente. Aun así, lanzó una frase que generó indignación entre víctimas y familiares: “Pido disculpas si alguna vez fui tosco”. Sus palabras, pronunciadas en una audiencia a puertas cerradas, caldearon aún más un proceso que ya venía marcado por la tensión y la profunda grieta entre quienes lo apoyan y quienes buscan justicia.

La declaración, breve y medida, fue interpretada de formas opuestas. Para la defensa, Clementi se limitó a aclarar su postura y a desestimar las acusaciones. Para las querellas, en cambio, su comentario fue una señal de minimización, casi una forma de reducir a un problema de modales lo que las pacientes describen como abusos sexuales encubiertos bajo la apariencia de controles ginecológicos. El contraste entre ambas miradas quedó flotando en el ambiente, mientras el tribunal tomaba nota de cada gesto y cada palabra.

Afuera, el panorama no era menos intenso. Desde primera hora, los alrededores de los tribunales de Lomas de Zamora se transformaron en un espacio de disputa simbólica. Hubo pintadas, volantes, carteles colgados en rejas y hasta una avioneta que sobrevoló la zona con un mensaje de apoyo al médico. Del otro lado, familiares y acompañantes de las denunciantes protestaban por situaciones de hostigamiento, denunciando que algunos grupos buscaban intimidarlas. Tanto para quienes siguen el caso a nivel nacional como para quienes acompañan procesos similares en distintas provincias, la escena reflejó el nivel de tensión que generan las causas vinculadas a abusos en ámbitos de salud.

Una declaración que reavivó el conflicto

Cuando Clementi finalmente tomó la palabra, se mostró seguro. Aseguró que todas sus prácticas fueron “correctas” desde el punto de vista médico y negó rotundamente haber cometido abusos. Según fuentes del proceso, habló con un tono distante, casi técnico. Sostuvo que muchas de las maniobras señaladas como inapropiadas formaban parte de controles habituales y que la interpretación de las pacientes no se correspondía con los procedimientos ginecológicos vigentes.

Sin embargo, el punto más comentado de su exposición fue su pedido de disculpas “en caso de haber sido tosco”, una expresión que para las denunciantes significó una forma de restarle gravedad a situaciones que, según dijeron, excedieron por completo la práctica profesional.

El tribunal escuchó su versión en una audiencia sin acceso al público. El hermetismo buscó preservar la intimidad de las víctimas, pero no impidió que trascendieran detalles suficientes para alimentar el debate. En especial, porque las declaraciones previas de las pacientes habían sido particularmente específicas: prácticas sin guantes, tocamientos sin justificación clínica, comentarios fuera de lugar y revisiones realizadas sin explicar previamente su necesidad.

Testimonios que se suman y un patrón que preocupa

Hasta el momento, doce mujeres declararon durante el juicio. Sus relatos, según señalaron las querellas, muestran coincidencias claras en el modo de actuar del médico. Describen situaciones que se repiten, un trato invasivo, un manejo del consultorio que dejaba a las pacientes en una posición de vulnerabilidad y maniobras que iban más allá de lo esperado en un control ginecológico.

A ese conjunto de testimonios se agregaron dos nuevas denuncias mientras el proceso ya estaba en curso. Las causas de esas nuevas pacientes aún están en etapa de instrucción, pero se incorporarán al expediente principal. Para los abogados de las denunciantes, este crecimiento del caso evidencia que no se trata de hechos aislados, sino de un comportamiento sistemático.

Uno de los testimonios que resonó con más fuerza fue el de una joven que relató cómo Clementi le ofreció un control gratuito luego de operar de cáncer a su madre. Dijo que aceptó por la confianza que la familia tenía en él, pero que durante ese examen vivió una situación que recién pudo denunciar en 2022. También contó que el primer contacto con el sistema judicial fue traumático, porque —según su declaración— la trataron con desconfianza y desdén. Ese punto también generó debate sobre cómo se reciben y acompañan las denuncias por delitos sexuales en distintos juzgados del país.

La estrategia de la defensa y el rol de la Justicia

La defensa de Clementi insiste en que no existen pruebas de abuso y que los testimonios deben analizarse desde una perspectiva técnica, no emocional. Argumentan que la ginecología es una especialidad con procedimientos que pueden resultar incómodos, y que esa incomodidad no implica delito. Para ellos, el médico no hizo más que cumplir con su labor y ahora enfrenta una acusación “sobredimensionada”.

Las querellas, en cambio, reclaman una condena firme y la inhabilitación definitiva del profesional. Consideran que la causa ofrece la oportunidad de sentar un precedente claro sobre los límites de la práctica médica y la importancia del consentimiento informado. También subrayan la necesidad de que la Justicia tenga en cuenta el contexto de poder asimétrico entre un médico y su paciente, especialmente en especialidades íntimas como la ginecología.

El tribunal deberá decidir si los hechos denunciados encajan en la figura de abuso sexual aprovechándose de la relación médico-paciente. De ser declarado culpable, Clementi podría recibir una pena que va de 8 a 20 años de prisión. El fallo se conocerá en unas dos semanas.

Un caso que invita a revisar prácticas y controles

Más allá del resultado judicial, el debate reabierto por este juicio atraviesa cuestiones de fondo. La situación plantea preguntas sobre los mecanismos de control en consultorios privados, la necesidad de protocolos más estrictos y la importancia de generar entornos seguros para quienes buscan atención médica.

El impacto social del juicio muestra, una vez más, la complejidad de los casos de abuso en ámbitos profesionales donde la palabra del especialista suele tener un peso determinante. También pone sobre la mesa la necesidad de mejorar los canales de denuncia y los acompañamientos institucionales, que aún hoy presentan falencias en distintas jurisdicciones.

Mientras las víctimas esperan una sentencia que consideran reparadora y el médico reafirma su inocencia, lo cierto es que el caso se convirtió en uno de los procesos más observados de los últimos meses. No solo por el volumen de denuncias, sino porque expone con crudeza los límites de confianza en el vínculo entre médico y paciente. El veredicto, cuando llegue, no será solo una resolución jurídica: será una señal sobre cómo la Justicia argentina decide enfrentar situaciones de abuso en espacios donde la vulnerabilidad es inherente.

Por ahora, todo queda en manos del tribunal, que deberá dar una respuesta clara ante un caso que marcó a más de una decena de mujeres y puso en discusión el rol de la medicina, la protección de los pacientes y la responsabilidad profesional. El país, y especialmente quienes siguen de cerca la problemática de violencia de género, aguardan el desenlace con expectativa.


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