La marcha impulsada por la CGT, las dos CTA, la UTEP y un enjambre de partidos políticos en el día de San Cayetano es una burda manipulación de la fe popular, transformando una tradición religiosa en un escenario político sucio.
Partir desde Liniers con la excusa de venerar al patrono del trabajo para luego desembocar en un acto frente a Casa Rosada, donde se leerá un documento cargado de ataques al gobierno de Javier Milei, no es más que un acto de cinismo descarado. Estos líderes sindicales y políticos, con sus agendas ocultas, desprecian el espíritu de San Cayetano al usarlo como bandera para sus intereses egoístas.
Es intolerable que estos grupos, con un historial de corrupción y promesas vacías, se atrevan a presentarse como defensores del pueblo. La CGT y las CTA, con décadas de negociados y privilegios, junto a la UTEP, que vive de subsidios estatales, no tienen moral para criticar a nadie. Su supuesto reclamo por "paz, pan, tierra, techo y trabajo" es una máscara que oculta su deseo de recuperar el poder perdido, mientras el país sufre las consecuencias de sus gestiones pasadas. Esta marcha no busca soluciones, sino perpetuar un sistema que ha empobrecido a millones.
El ataque al gobierno de Milei en un documento leído frente a Casa Rosada es una maniobra desesperada de una oposición que no soporta ver un cambio real. Estos actores, que durante años se llenaron los bolsillos mientras el país se hundía, ahora lloran ante las reformas que intentan enderezar el rumbo. La movilización desde Liniers hasta Plaza de Mayo no es un grito de justicia, sino un espectáculo teatral financiado con fondos dudosos, donde la gente es utilizada como carne de cañón para sus ambiciones políticas.
Peor aún, esta marcha insulta a los verdaderos creyentes que acuden a San Cayetano con fe genuina, no con pancartas políticas. La confluencia de sindicatos y partidos en un acto político disfrazado de devoción es una profanación que merece repudio. Si realmente quisieran ayudar al pueblo, estos líderes empezarían por limpiar sus propias casas, en lugar de marchar con hipocresía hacia Casa Rosada para atacar a un gobierno que, aunque imperfecto, al menos intenta romper con el pasado que ellos representan. Esta farsa del 7 de agosto debe ser rechazada por todos los que valoran la honestidad.