El sur salteño vuelve a estar en el centro del mapa narco internacional. La avioneta que se estrelló días atrás en un campo de Rosario de la Frontera transportaba 364 kilos de cocaína, y los investigadores detectaron un detalle que encendió todas las alarmas: los paquetes tenían impreso el mismo logotipo que utiliza el poderoso cartel de Sinaloa, la organización criminal que fundó Joaquín “El Chapo” Guzmán en México.
Según fuentes judiciales, la droga estaba distribuida en cinco bultos enterrados en una caleta a pocos metros de la aeronave, una Cessna de matrícula boliviana que se precipitó a tierra tras impactar con un automóvil. Dentro del avión y en los alrededores, los efectivos de Gendarmería Nacional hallaron los ladrillos de cocaína prensada, envueltos en plásticos con el sello de una reconocida marca italiana de marroquinería. Ese mismo símbolo había sido detectado en julio de 2022 en un operativo en la Ciudad de México, donde se secuestraron 1,6 toneladas de cocaína vinculadas al cartel de Sinaloa.
La coincidencia no pasó desapercibida. A más de seis mil kilómetros de distancia, la marca reapareció en territorio argentino, en una zona rural sin alambrados y de difícil acceso, ubicada entre las rutas provinciales 3 y 31. Por el momento, se desconoce quiénes son los propietarios del campo donde ocurrió el siniestro.
El fiscal federal Eduardo Villalba y la fiscal general adjunta Mariana Gamba Cremaschi encabezaron la investigación, junto a efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), Gendarmería Nacional y la Policía de Salta. Tras las primeras diligencias, los cinco sospechosos fueron detenidos y este viernes la jueza federal Mariela Giménez dictó la prisión preventiva para todos ellos.
Entre los imputados se encuentran Juan Pablo Quinteros Peredo y Henry Álvaro Mercado Cuajera, ambos de nacionalidad boliviana y señalados como piloto y copiloto de la aeronave. Junto a ellos quedaron involucrados Julián Darío Mansilla, Jonathan Alejandro Gómez y Jorge Alberto Cuellar, acusados como partícipes necesarios del delito de transporte de estupefacientes agravado.
Los investigadores presumen que se trata de una célula local encargada de recibir el cargamento proveniente de Bolivia y que, posiblemente, desconocía el verdadero origen de la droga o quién era su dueño final. De todos modos, el hallazgo del logotipo asociado al cartel de Sinaloa refuerza la hipótesis de que detrás de la operación habría una red de alcance internacional con ramificaciones en el norte argentino.
Un accidente que destapó una conexión mayor
El caso salió a la luz luego de que un trabajador rural de la zona grabara con su celular el momento en que la avioneta se precipitaba entre los árboles y emitía una densa columna de humo. El testigo alertó a la policía y, poco después, los efectivos de Gendarmería llegaron al lugar.
Al inspeccionar el terreno, encontraron la aeronave parcialmente incendiada y un Volkswagen Gol Trend completamente calcinado. En el interior del avión había tres bolsones con unos 136 kilos de cocaína, mientras que el resto del cargamento fue hallado horas más tarde, enterrado.
Durante las tareas de rastrillaje, los peritos determinaron que el piloto habría perdido el control durante el descenso, impactando contra el vehículo. Ese choque provocó el incendio que redujo a cenizas tanto el automóvil como buena parte del fuselaje.
En medio de la confusión, un hecho insólito llamó la atención de los investigadores: Julián Darío Mansilla, uno de los detenidos, se presentó en la comisaría de Antillas para denunciar que su Volkswagen Gol Trend había sido robado por un grupo de hombres armados el día anterior. Su versión no convenció a los fiscales, que confirmaron que el vehículo calcinado en el campo era el mismo que él había denunciado.