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MUCHOS INTERROGANTES

Misterio en B° Morosini: hallan muerta a una mujer en su casa tras días de búsqueda sin resultados

Graciela Burgos fue encontrada sin vida debajo de una cama en su propia vivienda.

Misterio en B° Morosini: hallan muerta a una mujer en su casa tras días de búsqueda sin resultados

La desaparición y posterior hallazgo sin vida de Graciela Mabel Burgos, una mujer de 52 años vecina de villa Morosini, mantiene en vilo a toda la comunidad del sur de la ciudad de Salta. El caso, que comenzó como una búsqueda urgente y movilizó a familiares, fuerzas de seguridad y hasta perros entrenados, terminó con un desenlace inesperado y perturbador: el cuerpo fue hallado en el mismo lugar donde todos habían buscado.

Graciela vivía sola en la planta alta de una casa familiar ubicada en el corazón de villa Morosini, una zona popular de la capital salteña. El 7 de agosto, sus allegados radicaron una denuncia por desaparición, asegurando que no sabían nada de ella desde el día 4. Durante más de una semana, la búsqueda fue intensa, con recorridas, afiches, cadenas por redes sociales y presencia policial en el lugar. Sin embargo, nadie imaginaba lo que estaba por encontrarse días después.

El miércoles 13, cerca del mediodía, el cuerpo de Graciela fue hallado dentro de su vivienda. Estaba debajo de una cama en una habitación contigua a su dormitorio, según informaron sus familiares. Lo que causa estupor es que ese ambiente ya había sido revisado varias veces, tanto por la familia como por la policía. Incluso se utilizaron perros especializados en la búsqueda de personas, que nunca marcaron esa zona ni siquiera intentaron subir a la planta alta.

El hallazgo fue confirmado por fuentes policiales, que indicaron que el cuerpo no presentaba signos evidentes de violencia, aunque se aguarda el informe forense completo. En el mismo domicilio, ubicado en un inmueble de dos plantas, también residen otros familiares, quienes tampoco notaron olores o indicios que los hicieran pensar que Graciela pudiera estar allí. Durante la búsqueda, los familiares encontraron el celular de la mujer sobre la cama, junto a un gran desorden de ropa, justo encima del lugar donde después se descubriría el cadáver.

Uno de los detalles que más desconcertó a los seres queridos de Graciela fue la reacción de sus perros. Según relataron, uno de los animales se negaba a bajar del departamento, algo que en su momento no llamó la atención, pero que hoy adquiere otro significado. Además, durante los rastrillajes, los canes entrenados que participaron en el operativo recorrían la zona, llegaban a la esquina y volvían, sin marcar la vivienda en la que finalmente fue encontrada.

Patricia, hermana de la víctima, expresó su indignación y tristeza por la situación. Aseguró que nunca les permitieron ver el cuerpo y que fue entregado en un cajón cerrado, sin explicación clara sobre lo que había ocurrido. La familia insiste en que se deben revisar los procedimientos realizados, ya que resulta inexplicable que el cuerpo haya permanecido en el lugar durante tantos días sin ser detectado, y más aún sin emitir el característico olor que genera una descomposición.

“Entramos varias veces a esa pieza. Estaba el celular, la ropa revuelta, pero nada más. Jamás sentimos olor ni vimos nada raro. ¿Cómo puede ser que nadie haya notado nada?”, se preguntan quienes participaron activamente en la búsqueda.

Desde la Unidad Fiscal Especializada en Femicidios (UFEM), que tomó intervención en el caso, se mantienen cautelosos y no brindaron mayores detalles, mientras avanzan las pericias. Se espera que los estudios forenses puedan arrojar algo de luz sobre la causa y fecha exacta de la muerte. Por ahora, todo está rodeado de interrogantes.

En la comunidad, el desconcierto es total. Los vecinos de villa Morosini, acostumbrados a la tranquilidad de su barrio, siguen sin comprender cómo es posible que una persona desaparecida termine apareciendo en su propia casa, a pesar de los operativos de búsqueda. Algunos comienzan a desconfiar de la eficacia de los procedimientos policiales, mientras otros sostienen que “algo raro pasó” y que la investigación debe continuar.

El caso también reaviva un viejo reclamo en Salta: la necesidad de contar con protocolos claros y efectivos para la búsqueda de personas desaparecidas, especialmente en las primeras horas, que suelen ser clave. La experiencia reciente demuestra que, en muchos casos, los errores humanos, la falta de coordinación o simplemente la desidia pueden terminar entorpeciendo investigaciones fundamentales.

Graciela Mabel Burgos ya fue sepultada, pero las dudas sobre lo que realmente ocurrió en esos diez días en los que estuvo desaparecida siguen tan vivas como el dolor de sus seres queridos. ¿Cómo es posible que nadie haya visto el cuerpo? ¿Por qué no hubo señales físicas del cadáver? ¿Fueron realmente eficaces los operativos? ¿Puede haber otra historia detrás de su muerte?

Por el momento, todo parece formar parte de un rompecabezas sin armar, donde cada pieza no encaja del todo. Mientras la Justicia intenta dilucidar lo sucedido, en villa Morosini las miradas se cruzan con desconfianza, y la sensación de que algo no cierra permanece en el aire.


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