El puerto de chalanas de Aguas Blancas sigue cerrado y sin fecha de reapertura, luego de que una fuerte crecida del río Bermejo destruyera las estructuras precarias utilizadas para el cruce diario entre Argentina y Bolivia. El impacto económico y social es profundo: comerciantes, bagayeros y trabajadores de frontera quedaron paralizados en una de las fechas clave para las ventas, el Día de la Madre.
Las intensas lluvias y el repentino aumento del caudal arrastraron embarcaderos y dársenas de metal y madera. Muchas de estas estructuras estaban del lado boliviano y habían sido construidas sin aviso previo a la Argentina, lo que encendió una nueva polémica en la siempre tensa relación fronteriza. Desde el municipio de Aguas Blancas confirmaron que se enviará una queja diplomática a través de Cancillería por estas obras unilaterales que podrían alterar el cauce del Bermejo, un río que actúa como límite natural entre ambos países.
La clausura del paso fluvial obligó a cientos de personas a cruzar por el puente internacional, generando demoras en Migraciones. La mayoría de los varados había cruzado en la mañana del sábado sin pasar por los controles oficiales, aprovechando la rapidez del servicio informal de chalanas.
La actividad económica se detuvo abruptamente. La playa del Bermejo, normalmente colmada de vendedores, turistas y trabajadores de frontera, quedó vacía. Fue un domingo gris para Aguas Blancas, con comerciantes resignados a perder una jornada que prometía alto movimiento por las compras del lado boliviano.
La tensión crece también por la falta de respuestas. Del lado boliviano, ninguna autoridad se pronunció sobre el reclamo argentino. Mientras tanto, en Aguas Blancas hay preocupación por las consecuencias que pueda tener la modificación del cauce natural del río, tanto en lo ambiental como en lo territorial.
La situación vuelve a poner en evidencia la fragilidad de la infraestructura en los pasos fronterizos del norte salteño. Sin una alternativa legal y eficiente, las chalanas han sido durante años la vía preferida por miles de personas que cruzan a diario por trabajo, comercio o turismo. Con el puerto clausurado y sin certezas sobre su reparación, el impacto se extiende más allá del presente inmediato.
A la espera de una respuesta diplomática y de condiciones más seguras en el río, Aguas Blancas transita días de incertidumbre. La frontera está en pausa, pero la tensión no deja de crecer.