La forma en que nos vestimos puede decir más de nosotros mismos de lo que creemos. Y para quienes atraviesan momentos de inseguridad o baja autoestima, los colores elegidos no son mera coincidencia emocional: hay razones psicológicas profundas detrás.
Según la psicología del color, determinados tonos son más frecuentes en personas que buscan pasar desapercibidas o protegerse emocionalmente. Por ejemplo, el negro —aunque a menudo asociado con elegancia— puede utilizarse como un escudo emocional. Este tono “crea una barrera entre uno mismo y el mundo exterior, refugiando inseguridades y miedos al juicio”, según explican desde la psicología del color.
Además, como señala un estudio de la psicóloga Karen Pine (autora del libro Mind What You Wear), lo que elegimos para vestir no solo refleja nuestro estado de ánimo, sino que también puede influir en nuestra forma de pensar y sentir.