El perfume es un aliado inseparable en la rutina de millones de personas alrededor del mundo. Ese gesto automático de rociar fragancia sobre el cuello antes de salir de casa parece inofensivo, incluso elegante. Sin embargo, expertos en salud advierten que esta práctica tan extendida podría no ser tan inocua como creemos.
Detrás de esas notas florales o amaderadas se esconden componentes químicos que merecen nuestra atención.
El riesgo oculto en tu fragancia favorita
Los perfumes no son simplemente mezclas aromáticas. Contienen alcohol y una variedad de compuestos químicos que, al tomar contacto directo con la piel, pueden desencadenar irritaciones o alergias en personas sensibles. Pero la preocupación va más allá de una simple reacción cutánea.
El verdadero problema radica en que algunas sustancias presentes en las fragancias actúan como disruptores endocrinos, elementos capaces de interferir con el delicado equilibrio hormonal del organismo.
¿Qué son exactamente los disruptores endocrinos?
Según ISGlobal, los disruptores endocrinos son sustancias que tienen la capacidad de imitar o bloquear las hormonas naturales del cuerpo, generando alteraciones en funciones vitales como el crecimiento, el metabolismo y el sistema reproductivo.
Un estudio publicado en la Revista Española de Endocrinología Pediátrica profundizó en este tema, analizando cómo diversos compuestos químicos presentes en productos cotidianos —incluyendo cosméticos y fragancias— pueden modificar el funcionamiento normal del sistema endocrino, ese director de orquesta invisible que regula nuestras hormonas.
La forma correcta de usar perfume sin riesgos
Afortunadamente, existen alternativas que permiten disfrutar de una fragancia agradable sin comprometer la salud. Los especialistas recomiendan evitar la aplicación directa sobre la piel y optar por estas estrategias:
Pulverizar el perfume al aire y caminar a través de esa nube aromática, permitiendo que las partículas se depositen suavemente sobre el cabello y la vestimenta. Aplicar la fragancia sobre la ropa en lugar de sobre el cuerpo, manteniendo así una barrera protectora. Preferir perfumes de origen natural u orgánico, formulados con menos componentes químicos agresivos. Considerar el uso de aceites esenciales como una opción más segura y beneficiosa para el bienestar general.
A prestar atención
La belleza y el cuidado personal no tienen por qué estar reñidos con la salud. Pequeños cambios en la forma de aplicar el perfume pueden marcar una gran diferencia en el largo plazo. Se trata de ser conscientes de lo que ponemos en nuestro cuerpo y tomar decisiones informadas. Al fin y al cabo, oler bien no debería costarnos nuestro equilibrio hormonal. La próxima vez que tomes tu fragancia favorita, recuerda: menos contacto directo, más protección.