Aunque la relación entre Benjamín Vicuña y Pampita suele mostrarse cordial, un desacuerdo reciente volvió a poner a prueba la armonía entre los ex. Todo comenzó con un regalo pensado para su hijo mayor, Bautista, que terminó en discusión y en una negativa firme por parte de la madre.
El adolescente, que tiene 17 años, estaba en la mira para recibir su primer auto. Según trascendió, Vicuña había recibido una propuesta para entregarle el vehículo a modo de regalo, posiblemente mediante un canje o acuerdo comercial. Sin embargo, antes de concretar la idea, decidió hablarlo con Pampita.
La respuesta fue clara: no.
Desde el entorno aseguran que Pampita no solo consideró que no era el momento adecuado, sino que además expresó que Bautista “no se lo merecía” por ciertos comportamientos recientes. La postura fue tajante y dejó sin margen de negociación al actor, que debió dar marcha atrás con la propuesta.
La situación dejó en evidencia que, más allá del buen trato que mantienen públicamente, las decisiones de crianza siguen generando diferencias. En este caso, Pampita priorizó los límites y la disciplina por sobre el gesto simbólico de regalar un auto a los 17.
Bautista, mientras tanto, sigue mostrando una buena relación con ambos. Actualmente comparte pantalla con su madre en el programa Los 8 escalones, donde ya se lo vio cómodo y con desenvoltura. Allí, incluso han hecho referencias a situaciones familiares, sin dramatismo.
Para muchas familias salteñas, el tema no pasa desapercibido. En una provincia donde todavía se discute cuándo y cómo darles el primer auto a los hijos, el caso genera identificación. ¿Premio o exceso? ¿Confianza o permisividad? Las preguntas quedan flotando.
El regalo finalmente no se concretó. Vicuña, aunque con cierta incomodidad, respetó la decisión de su ex. Pampita, firme en su postura, se impuso. Y Bautista, sin dramatizar, continúa su camino con exposición mediática y límites claros.
Un episodio más que muestra que la fama no evita los conflictos familiares, y que en la crianza —famosos o no— nadie tiene el manual perfecto.
