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Consumo, fiestas y bolsillos

Navidad con ventas flojas en Salta: el pan de miga se convirtió en el salvavidas de las panaderías

En un contexto de fuerte caída del consumo, las panaderías salteñas cerraron las fiestas con números en rojo.

Navidad con ventas flojas en Salta: el pan de miga se convirtió en el salvavidas de las panaderías

Las panaderías de Salta atravesaron una Navidad muy distinta a la de otros años. Lejos del movimiento intenso que solía caracterizar las vísperas festivas, los mostradores estuvieron más tranquilos y las ventas de productos tradicionales quedaron por debajo de las expectativas. Facturas, tortillas y panificados clásicos perdieron protagonismo en un escenario donde el bolsillo apretado marcó cada decisión de compra. En ese contexto, el pan de miga terminó siendo el producto que sostuvo, al menos en parte, la actividad del sector.

El balance que hacen desde el rubro es claro: el consumo cayó entre un 25 y un 30 por ciento en comparación con temporadas anteriores. Si bien en los días previos a Nochebuena hubo un leve repunte, ese movimiento puntual no alcanzó para revertir un año complicado. La postal se repitió en distintos barrios de la ciudad de Salta y también en el interior provincial, donde muchos comercios trabajaron con cautela, produciendo menos y ajustando horarios para no acumular pérdidas.

La explicación está directamente ligada a la situación económica que atraviesan las familias salteñas. Con ingresos que no alcanzan y gastos básicos en alza, las prioridades cambiaron. En las fiestas, el consumo se volvió más selectivo y se buscó estirar cada peso. En ese nuevo esquema, el pan de miga ganó terreno por una razón sencilla: permite armar comidas rendidoras y más económicas para compartir en familia, sin resignar del todo la tradición de la mesa navideña.

Para muchas panaderías, este producto fue el que evitó un cierre de año todavía más negativo. Mientras otros artículos quedaban en las bandejas, el pan de miga salía con mayor fluidez, sobre todo en formatos familiares. La posibilidad de preparar sándwiches fríos, adaptables a distintos gustos y bolsillos, lo convirtió en una opción más accesible frente a alternativas como el asado o comidas elaboradas que hoy resultan difíciles de afrontar.

El cambio en los hábitos de consumo no es nuevo, pero en 2025 se profundizó. Desde el sector señalan que ya no se compra por cantidad, sino por necesidad. Muchos clientes dejaron de llevar docenas de facturas o grandes cantidades de pan y optaron por compras más chicas, día a día. Incluso en fechas especiales, la lógica fue la misma: gastar lo justo y necesario.

A este panorama se suma el incremento sostenido de los costos de producción. Harina, grasa, levadura, energía eléctrica y gas son insumos que no dejaron de aumentar a lo largo del año. Las panaderías, en su mayoría pymes familiares, se vieron obligadas a absorber parte de esos aumentos para no trasladarlos por completo al precio final, lo que impactó directamente en la rentabilidad.

En Salta, muchas panaderías históricas funcionan con márgenes cada vez más ajustados. Algunas redujeron personal, otras achicaron la variedad de productos y no faltan las que evalúan cambios más profundos para poder sostenerse. El reclamo que atraviesa al sector tiene que ver con la falta de medidas que alivien la carga impositiva y permitan atravesar la crisis sin seguir perdiendo capacidad de trabajo.

El cierre del año dejó sensaciones encontradas. Por un lado, la satisfacción de haber podido mantener las puertas abiertas pese a todo. Por otro, la preocupación por un escenario que no muestra señales claras de mejora a corto plazo. La percepción general es que mientras no haya una recuperación real del poder adquisitivo, el consumo seguirá deprimido y las fiestas, que antes eran sinónimo de ventas fuertes, ya no alcanzarán para equilibrar los números.

En este contexto, el pan de miga se transformó casi en un símbolo de la adaptación. Un producto sencillo, rendidor y versátil que acompañó las mesas navideñas y permitió a muchas panaderías cerrar diciembre con algo de movimiento. No fue suficiente para hablar de recuperación, pero sí para evitar un golpe mayor en un año que muchos definen como uno de los más difíciles que recuerdan.

El panorama para 2026 genera más preguntas que certezas. Las panaderías de Salta miran hacia adelante con cautela, esperando señales que reactiven el consumo y traigan algo de alivio a un sector clave de la economía local. Mientras tanto, la estrategia parece clara: ajustarse a lo que el cliente puede pagar, sostener la calidad y seguir apostando a productos que, como el pan de miga, se adapten a una realidad donde cada compra se piensa dos veces.

Así, entre hornos encendidos desde la madrugada y mostradores más tranquilos de lo habitual, las panaderías salteñas despidieron un año duro. La Navidad, lejos de ser un despegue, confirmó lo que ya se venía sintiendo en el día a día: el consumo está resentido y solo los productos más accesibles logran mantener en pie a un rubro que forma parte de la vida cotidiana de los barrios y de la identidad gastronómica de Salta.


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