Una vieja historia, lo mismo de siempre con los que tendrían que ser venerados, los abuelos. La salud pública haciendo agua por todos lados y la desesperación de toda una hija, que ya no sabe como hacer para que le salven la vida a su madre, la mujer que la trajo al mundo y le dio todo. Así las cosas con el PAMI, en la provincia de Salta, al norte de Argentina.
A veces parece hecho a propósito, la maldita burocracia que se mueve en sus propios tiempos, aunque una vida (o muchas), se vayan en ello. Abandono, pésima atención, y la soberbia siempre presente. Nada nuevo, lamentablemente.
Esta es la historia de Erika, una hija que corre de oficina a oficina desesperada buscando ayuda. Su madre está internada en el Hospital Militar de la capital salteña a la espera de recibir atención urgente, la vida se le va en ello. Pero nadie reacciona, solo Erika.
Su madre, Carmen, viuda de 69 años, comenzó a padecer insoportables dolores de abdomen a mediados de enero. El 19 de dicho mes fue ingresada al Hospital Militar de Salta. La internación fue autorizada por el propio PAMI. Sin embargo, y pese a la urgencia de la situación, el día siguiente le comunicaron que no se le realizarían estudios dado que era fin de semana. La mujer tendría que esperar.
Según nos relató Erika, hija de Carmen, el día 21 los dolores aumentaron a niveles insoportables, y un médico que la atendió le aseguró que Carmen tenía un problema de vesícula severo: “Mi mamá comenzó a manifestar dificultades respiratorias, problemas para respirar, un doctor la revisó y nos dijo que le había estallado la vesícula, pero nada más”.
Luego Erika continuó su relato: “Pasaron varias horas, dos o tres horas hasta que decidieron llevarla a la sala de cuidados intensivos y allí la dejaron”, afirmó la joven, y luego advirtió algo terrible: “durante este tiempo de abandono, y ya en la sala de terapia, mi mamá desarrolló una septicemia, y nadie nos daba explicaciones ni ayudaban a mi mamá, ella estaba allí y a nadie parecía importarle”.
Cuando todo parece no poder empeorar, el día 22 de enero le comunican a Erika que Carmen requería cirugía urgente, pero como el hospital no cuenta con tomógrafo, es imposible hacer los estudios pertinentes que permitan avanzar en el paso siguiente. “Me dijeron que recién tenían turno para el día siguiente y que no contaban con ambulancia para el traslado a ningún nosocomio y que no estaba el especialista (médico cirujano), ya que el mismo quería recibir la tomografía antes de intervenir”.
La tienen así un día más, hasta el martes, en donde el cuadro se agrava aún más. El propio martes, durante la noche, la trasladan a un centro privado para realizarle la tomografía y recién el miércoles durante la mañana la operan: “el cuadro de mi mamá ya estaba totalmente agravado”, aseguró Erika a Agenda/Salta.
En estos momentos, y producto de todo lo relatado anteriormente, Carmen se encuentra inconsciente y con asistencia respiratoria, con dificultades para respirar, débil y muy deteriorada. “Yo hago responsable al PAMI por la burocracia de mandar a nuestros abuelos a un hospital que no tiene nada, al hospital, a los médicos que hicieron un juramento hipocrático y se arrodillaron ante la burocracia y no actuaron de inmediato”, nos contó Erika, y también apunto a las autoridades provinciales: “También que se hagan cargo el ministro de Salud de la provincia (NdR: Doctor Federico Mangione) y todas las autoridades de porqué no tenemos nada y porqué los abuelos tienen que seguir pasando por trabas y trabas y trabas dificultándoles sus vidas y hasta causándoles la muerte”.
Y es que enojo es entendible. Cuando no envían a nuestros abuelos a “La Clínica de la Muerte”, los envían a un hospital que carece de los elementos para dar contención y atención médica. Todo en pleno siglo XXI. Salta, es difícil de entender.
“Hoy mi madre se encuentra con asistencia respiratoria, una traqueotomía y en estado crítico, débil, y deteriorada por el abandono que realizaron, porque no había ambulancia, porque no habían recursos, porque no había voluntad médica de actuar como tenían que actuar”, afirma Erika, enojada, y con toda la razón del mundo. La vida de su madre se diluye gracias a la negligencia de todo un sistema perverso que privilegia un status quo que no es el nuestro, el de la gente, en un país en el que nos jactamos de tener salud pública y de calidad. Todo es un mito.
“Los mismos médicos me reconocieron que llegamos a esto porque no actuaron cuando tenían que actuar, yo voy a llegar hasta las últimas consecuencias, para que se investigue al hospital y al PAMI, porque manda a los abuelos a un lugar en donde no tienen nada”.
“En su momento un médico me dijo que no habían autorizado al médico para operar, hoy su director me dijo que eso no es así… se contradicen”, así está Erika. Sola contra todo un sistema, y acompañando a su madre para que no sea un sistema de burócratas el que le quite la vida. Así estamos todos, abandonados ante un estado que no soluciona nada. Así estamos. Solos.