Antes de convertirse en una de las figuras más reconocidas de la televisión argentina, Carolina “Pampita” Ardohain vivió un apasionado y fugaz romance que hoy pocos recuerdan, pero que marcó un capítulo importante en su vida sentimental. Corría el año 2000, y la modelo comenzaba a ganar notoriedad como notera del programa El Rayo, mientras su carrera como modelo despegaba con fuerza. En medio de ese ascenso meteórico, Pampita se enamoró de Nicolás Palacios, hijastro del empresario Franco Macri, patriarca de una de las familias más influyentes del país.
A diferencia de sus posteriores relaciones con figuras del espectáculo y la política, este vínculo se mantuvo lejos del escándalo y la exposición. Nicolás Palacios, surfer y empresario gastronómico, llevaba una vida austera y reservada, a pesar de pertenecer a un entorno familiar de alto perfil. Hijo de Cristina Greffier, segunda esposa del primo de Franco Macri, Palacios fue criado como parte del clan Macri sin distinciones, lo que lo convirtió en uno de los herederos simbólicos del empresario.
La relación con Pampita duró aproximadamente ocho meses, tiempo suficiente para que la modelo lo recordara como uno de sus primeros grandes amores. “Me enamoré de un hijo de Franco Macri”, declaró en su momento, cuando su rostro ya comenzaba a aparecer en las tapas de revistas y su nombre se instalaba en el mundo del espectáculo.
Aunque el romance no prosperó, y las razones de la separación nunca fueron reveladas públicamente, el vínculo con Palacios se mantuvo como una historia sin conflictos ni escándalos. A diferencia de sus posteriores relaciones con Martín Barrantes, Benjamín Vicuña o Roberto García Moritán, esta historia se disolvió en silencio, sin rumores de infidelidad ni peleas mediáticas.
