El kiwi, esa pequeña fruta de aspecto modesto, esconde en su interior un tesoro de beneficios que la han llevado a ser considerada por muchos especialistas como la fruta más rica y saludable del mundo. No solo por su sabor único y exótico, sino también por su impresionante perfil nutricional que la convierte en una superfruta.
Originario de China, el kiwi fue llevado a Nueva Zelanda en el siglo XX, donde recibió su nombre actual en honor al ave kiwi, símbolo nacional del país. Desde entonces, su cultivo se ha extendido por todo el mundo, siendo Italia, Nueva Zelanda y Chile los principales productores.
Nutricionalmente, el kiwi es una potencia. Es excepcionalmente rico en vitamina C, superando incluso a la naranja. Esta vitamina es esencial para el fortalecimiento del sistema inmunológico, la síntesis de colágeno y la absorción de hierro.
Además, es una fuente importante de vitaminas K y E, folatos, carotenoides, potasio y polifenoles. Los especialistas destacan su contenido en fibra, tanto soluble como insoluble. La fibra soluble ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre y reduce el colesterol, mientras que la fibra insoluble mejora la salud digestiva y previene el estreñimiento.
Además, el kiwi contiene una enzima llamada actinidina, que facilita la digestión de las proteínas. Pero los beneficios del kiwi van más allá de la nutrición. Estudios recientes han revelado que el consumo regular de kiwi puede tener efectos positivos en la salud mental.
Se ha asociado con mejoras en el estado de ánimo y la vitalidad, y se cree que su riqueza en nutrientes tiene un impacto más significativo en la salud mental que los suplementos de vitamina.
En el ámbito de la salud cardiovascular, el kiwi también juega un papel importante. Su alto contenido de potasio ayuda a mantener la presión arterial en niveles saludables, y sus antioxidantes, como la vitamina C y los polifenoles, protegen contra el daño de los radicales libres, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
